Después de mucho tiempo buscando y a punto de tirar ya la toalla, finalmente apareció “casi por casualidad”. Gaila hace poco más de un año que vive en este piso de 85 metros cuadrados ubicado en el centro de A Coruña. En sus paredes, más que una vivienda de revista, reconocemos un auténtico diario personal. Y para un proyecto así de íntimo Gaila contó con la ayuda de Daniel Pérez y Felipe Araujo, los fundadores del Estudio Egue y Seta.
Fotografía: Vicugo Foto
Nada más entrar, destaca el elemento que causó uno de los flechazos instantáneos: la cristalera que consigue unir el salón y la cocina –pese a no estar muy próximos–, gracias a la cantidad de luz que se filtra a través de ella.
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El otro flash que les acabó por ayudar a decidirse fue la zona de dormir, tan amplia y tan bien distribuida. Dormitorio, vestidor y baño forman un espacio independiente, perfecto para el día a día. Gaila reconoce que el vestidor la enamoró sin vuelta atrás.
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Todas las estancias presumen de luz natural, lo que favorece la sensación de amplitud, de calidez, potenciada por el uso de colores claros, sobre todo el blanco, y otros tonos neutros, como el beige y el gris, en maderas y textiles.
De hecho, este cromatismo ayuda en ese estilo atemporal que busca la propietaria. Sucede en el baño y también en la cocina.
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La cocina ofrece el suficiente espacio como para poder situar en el centro la zona de office. La mezcla de tipos de asientos aporta dinamismo al conjunto, aunque comparten materiales y colores, los mismos que los muebles y encimera. Así, la armonía visual está más que garantizada.
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Una vez instalada, Gaila se dedicó de pleno a la decoración de su nuevo piso, y lo hizo prestando mucha atención a lo que pedía cada espacio, una tarea que les resultó bastante sencilla. El predominio de un estilo clásico salta a la vista y, sobre todo, la mezcla de objetos de todo tipo rescatados de anticuarios, mercadillos… e incluso objetos, para Gaila, de deseo que alguien había tirado.
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En las paredes cuelgan muchas obras de arte de amigos y conocidos, de la misma manera que también hay muchas piezas heredadas y otras que han cambiado con ellos de vivienda. Ese valor sentimental que desprenden es el que aporta un encanto muy personal a la vivienda.
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Fruto de ese devenir de objetos de lo más diverso surge la combinación de materiales de diferente naturaleza, una constante en el piso. Igual existen maderas nobles que muñecos de plástico. «Si mi casa tiene que hablar de mí, mejor que diga algo gracioso», declara Gaila. ¡Claro que sí!
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Como buena profesional de la decoración de interiores, defiende una norma muy acertada y es que una casa nunca está terminada, ya que, al igual que nosotros mismos, está en constante evolución y cambio.