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Dar en el blanco

La casa en Barcelona de la diseñadora de moda Olga Menchén es bonita a cualquier hora del día. Un lugar deslumbrante que le proporciona a la vez el relax que busca y la energía creativa que necesita: “Estas paredes transmiten algo especial, toda la familia está de acuerdo”

Detalle de la reforma en casa de Olga Menchén
Detalle de la reforma en casa de Olga Menchén

Junto al rosa palo, el rojo es uno de sus colores emblemáticos, siempre aparece en sus colecciones y representa bien el carácter apasionado de esta veterana de la moda, pero en su casa el color rojo se esconde en su armario y, simbólicamente, se encarna en la fantástica escultura de Torroncho, un regalo del propio autor. La vivacidad del tono y el movimiento de la pieza contrastan, en un ángulo del amplio comedor, con la austeridad de la gran mesa, las sillas monocolor y el díptico en blanco y negro que pintó ella misma.

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“Estoy enamorada de esta casa y uno de los motivos de que decidiéramos trasladarnos aquí es la luz y cómo cambia a lo largo del día transformando el espacio”, explica. Para potenciarla y darle el protagonismo que merece, lo pintaron todo de blanco: paredes y techos, molduras, carpintería… “Cuando llegamos aquí –recuerda– la vivienda era un despacho y, aunque no estaba muy deteriorada, el diseño original no se manifestaba en su auténtico esplendor; nosotros quisimos devolvérselo”. Representativa de la clásica arquitectura del Eixample barcelonés, la vivienda tiene la ventaja de gozar de una luminosidad inusual.

Aquí, la luz es un lujo tanto en la zona del salón, con dos tribunas, como en el dormitorio principal, en el estudio, en las habitaciones de los hijos o en la cocina, situada en el centro del hogar. “En la cocina intervinimos mucho, ya que estaba prácticamente intacta desde su origen. Todavía tenía una inmensa chimenea, una despensa, una gran alacena y otros ámbitos que resultaban inútiles hoy en día”. Mantuvieron el espíritu, pero diseñaron un concepto minimalista, contemporáneo y práctico con una isla central y un office que, mediante la apertura de una amplia ventana de cristal hacia el pasillo, se relaciona con el resto de la casa. “Adoro desayunar en casa –revela–, es mi momento. Probablemente, uno de los mejores del día, porque coincidimos toda la familia”.

Casa Olga Menchén

La reubicación de las estancias hizo, además, que ganaran metros a la despensa y pudieran convertir su dormitorio en una suite con baño. Cuando se instalaron aquí, el piso sólo conservaba un baño, del que decidieron respetar la distribución original: “El antiguo despacho tenía dos aseos con su correspondientes placas en la puerta, una para hombres y otra para mujeres, y decidimos mantenerlo como baño de invitados. Siempre que llegamos a una nueva casa o a local dejamos un detalle del anterior inquilino. Nos trae suerte”, nos dice. En este caso, fue el baño.

La familia vivía en la Villa Olímpica, a dos pasos del mar, cuando decidió cambiar. “Soy una persona con un olfato muy refinado y llegué a pensar que no podría vivir sin ese sugerente olor de la brisa marina, pero he cambiado el mar por el ámbar, los aromas de la madera… y me siento muy reconfortada”. Las velas le caracterizan. “Están por todos los rincones y las utilizo mucho, incluso de día. Me parecen objetos decorativos muy interesantes y, además, me nutren de perfumes. Los recuerdos olfativos me resultan imprescindibles, son poderosos, por eso las velas me acompañan siempre”, asegura Olga.

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Estilismo: Victoria Aroca

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