Bettina, música y violinista alemana, y Jordi, son fans de la revista Interiores. Tienen todos los números almacenados en casa y los exponen orgullosamente. Así que ni cortos ni perezosos nos escribieron mostrando su casa por si pudiera aparecer publicada. Y nos encantó. La decoración, reconocen, ha tenido como fuente de inspiración la revista, que es su cabecera de referencia.
La historia de la vivienda es muy particular, pues andaban buscando un espacio en el que crear un loft industrial. Tras dos años de incesantes visitas finalmente encontraron el lugar ideal donde crear su hogar de espacios abiertos soñado: unos antiguos almacenes de material de automóviles que había pertenecido a la familia Buñuel, en el barrio barcelonés del Clot. Estos fueron los primeros y únicos propietarios del inmueble hasta la compra de Bettina y Jordi.
Situado en unos bajos, el loft data de 1926 y cuenta con 400 metros cuadrados de vivienda distribuidos en la planta calle, una entreplanta y la planta inferior, más otros 40 metros cuadrados de patios. Aquí vive la pareja con su hija de 9 años Georgina y una perra, Tosca (llamada así en honor a la célebre ópera de Puccini).
La primera dificultad con la que se encontraron fue convertir el uso comercial en habitable, por lo que había mucho papeleo que hacer. Así, aunque la pareja tenía muy clara la idea de lo que quería, tuvo que contratar a un arquitecto que les comunicara todo lo que podían tocar estructuralmente y, además, les ayudara con la burocracia.
Fotografía: Jordi Folch
Entre muchas otras cosas, abrieron los amplios ventanales de la fachada que da al salón, eliminaron los azulejos que cubrían la cocina y descubrieron una pared de piedra que han conservado y, eso sí, sustituyeron el suelo para poder climatizar adecuadamente la casa con un sistema radiante, pues los altos techos no permitían otras soluciones que ofrecieran el debido confort térmico.
En la planta principal los techos se sitúan ni más ni menos que a 5 metros de altura, lo que permitió hacer una entreplanta con un dormitorio y un baño en el que se alojan los invitados. Además, los dueños prefirieron renovar todas las instalaciones para no encontrarse posteriores problemas, pues este antiguo almacén había estado 30 años cerrado.
Fotografía: Jordi Folch
“El espacio mismo es el que ha ido dictando cómo configurar los interiores”, confiesan los propietarios. Quienes han volcado a la parte más tranquila el amplio salón y han querido dejar la cocina tipo americana en la zona de paso entre esta sala de estar y el comedor.
De hecho, lejos del estrés para los propietarios, la reforma les ha dado muchas alegrías pues han llevado a cabo todo lo que querían hacer e incluso más. Asimismo, han ejecutado un interesante estudio de la proporción y empleado bellos recursos como, por ejemplo, pintar el alto techo de negro para ‘acercarlo’ visualmente. El estilo decorativo impreso a la casa es ecléctico, con piezas con historia y otras de calado más actual
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Estilismo: Daniela Cavestany