Cualquier artista sabe que su obra, cuando emociona, conecta con quien la aprecia. En ella vuelcan emociones que cualquier otro puede sentir; los deja expuestos y se debaten en esa constante lucha entre querer que los vean y, simultáneamente, no querer que sepan todo sobre ellos. Para Jacob Vilató, arquitecto y artista plástico, se pinta mejor cuando se sufre y lo considera un proceso parecido a la meditación. Tiene claro que las crisis hacen salir cosas a nivel personal y colectivo. Así es como nació Midnight drawings, una serie de dibujos que se complementan con una colección de platos de cerámica integrando lo artesano, industrial y digital, a través de impresiones, y originales formas y grabados.
Un momento de su vida en el que sintió desequilibrio lo llevó a despertarse durante las madrugadas hambriento de dibujar. “Trabajaba con un pincel especial que es una especie de felpa que gotea y le da textura al dibujo y pintaba siempre con poca luz con un estilo muy libre que dejaba salir muchas cosas”, explica Jacob. “Dibujaba hasta que se terminaba un paquete de hojas o era demasiado tarde para seguir despierto. Salieron tantos dibujos -añade Itzel Culebro, su socia en el despacho Vilató i Vilató- que decidimos ampliarlos para cambiarlos, deformarlos o mezclarlos digitalmente para que la gente los disfrute adornando las paredes de su hogar”.
Fotografía: Jordi Folch. Estilismo: Mar Gausachs.
Pero a la par de los prints Jacob e Itzel buscaban crear algo que ellos mismos querían para sus propias casas; decidieron que les faltaba algo que tener presente en la mesa y tan mutable que pudiera usarse lo mismo en una comida informal en una terraza, que una mesa elegante a la luz de las velas en interiores, incluso como una pieza ornamental para lucir en el salón o hacer una instalación mural mezclándolos. Así eligieron cinco diseños, inspirados en los dibujos, y trasladados a platos de un trabajo muy manual cuya calidad se cuida al detalle. No solo son bellos y originales, sino únicos y con una gran personalidad. “No hay dos platos idénticos”, enfatiza Itzel. Tanto los dibujos, como los platos, son el instrumento perfecto para tener acceso de manera asequible al mundo de Vilató i Vilató, un mundo tan creativo como inquietante por la intensidad de su temática y colores.
Jacob e Itzel se perfeccionan entre sí a través de Vilató i Vilató. Él es un artista generoso que sabe poner su obra en las manos de los artesanos de la cerámica y ella, contemplando el espectáculo que es verlo hacer trazos sobre el lienzo –“sobre todo cuando está enfadado”, dice- armoniza la decisión de Jacob al sentir que una de sus obras ya puede pertenecerle a otro. Solo viendo las formas irregulares y los grabados de cada plato se antoja montar una mesa. Llenarla de amigos que ríen acompañados al fondo por los acordes de la estridente y rápida trompeta de John Coltrane. Degustan y van descubriendo que, al fondo, debajo de toda esa comida no hay un plato con arte, hay un plato ¡Con corazón! ¿Se puede comer mejor?
Fotografía: Jordi Folch. Estilismo: Mar Gausachs