Es fácil imaginar los primeros años de este palacete neoclásico y evocar el esplendor de los veranos de inicios del siglo xx, cuando se habitaba como residencia estival. “Me enamoré al instante de la casa, aunque la primera vez que la vi estaba destrozada”, recuerda el interiorista Damián Sánchez, su actual propietario y uno de los socios de Alfons & Damián.
Construida en 1910, Villa Narcisa llevaba décadas abandonada. La verja estaba semienterrada entre la maleza del jardín y el tejado mostraba graves desperfectos. Con una visión romántica y resuelta, decidió rehabilitarla, devolverle la dignidad, y convertirla en una seductora residencia del siglo xxi.
El proceso duró dos años en los que Damián tuvo la paciencia de las mareas. “Las casas han sido, en parte, el motor de mi vida y no quise tener prisa”. Ante todo, aspiraba a que se mostrara como si no hubiera sido intervenida, pero sin que nada nuevo copiara lo antiguo. “Los espacios tienen su lógica y todo lo que hay aquí es de verdad y lo es de una manera natural”, explica. Respetar es, en realidad, ayudar a que la casa evolucione, no anclarla en el pasado. “Me atraen las cosas que parecen llevar contigo mucho tiempo, aunque no sea cierto. Hay quien puede pensar que no he hecho ninguna intervención en la casa y, en cambio, la he transformado mucho, pero con un criterio atemporal”.
El efecto es espectacular. El pavimento hidráulico, por ejemplo, se restauró y se dispuso formando un marco para no tener que añadir ninguna pieza y no evidenciar la carencia de las que faltaban. La gran cocina se creó en torno a una isla inox con office, salón y chimenea y, además, se abrieron dos ventanas al jardín con el mismo estilo de la vivienda. Se hicieron baños, se instaló parqué y se rehabilitaron los frescos de paredes y techos.
Conseguida la caja interior, mezclar con sabiduría estilos y materiales fue clave: “El contraste enaltece el trabajo y lo divertido es la búsqueda de lo único y de lo diferente”, afirma Damián. Indiscutibles como Le Corbusier o Eames conviven con piezas populares. Arte internacional con jóvenes artistas. Colores neutros enmarcan fucsias, morados y amarillos. Aboga también por el no d i seño, por aquello que parece no tener autoría como la mesa negra del salón. “Un trabajo de interiorismo es mejor cuando falta algo. Si todo está impecable, no funciona”