La reforma: de 30 a 50 metros

La arquitecta Mireia Admetller ha llevado a cabo la reforma total de este ático en Barcelona. La clave: robarle metros a la terraza para dárselos al nuevo salón.

Portada Ático tras la reforma
Portada Ático tras la reforma

Transformar un minipiso de los años cuarenta en un ático listo para entrar a vivir fue el encargo que recibió la arquitecta Mireia Admetller de manos de una joven que se independizaba de su familia. El espacio era reducido y todo quedaba a la vista. El apartamento tenía 30 m2 y una amplia terraza.


Antes de la reforma, la terraza era un espacio abierto, a la vista de miradas indiscretas, mal aprovechada y con el suelo tan desgastado que no permeabilizaba adecuadamente y provocaba problemas de aguas en el interior de la casa.

“Era un despropósito. A simple vista poco podía hacerse, excepto actualizarlo y darle funcionalidad”, señala Mireia. Pero pronto vio las posibilidades que ofrecía la terraza (20 m2) y decidió plantear un proyecto en el que parte de ésta quedara incorporado al interior de la vivienda.


En la reforma se han utilizado suelos cerámicos: Dover Arena, de Porcelanosa. El blanco es el Newport, de Venis.

Ésta fue la remodelación principal, fruto de la cual se ganó una estancia, el salón. Esta ampliación se hizo con un cerramiento de cristal con puertas correderas de tres hojas, de forma que se consiguiera la máxima apertura de la casa y la sensación de estar en un espacio interior. A pesar de ello, Admetller apostó por la idea de la continuidad. Y lo consiguió gracias a los suelos. Salón y terraza comparten el mismo pavimento, aunque con diferente instalación para cumplir con sus funciones a la perfección (el exterior está colocado con junta abierta para permitir que en días de lluvia el agua se filtre de forma adecuada).


La vivienda tras la reforma

Para el resto de la casa, y como elemento diferenciador que además aporta calidez, se eligió un parqué sintético en un tono muy claro, para que no se convirtiera en una barrera visual. El pilar de hormigón es original de la edificación. “Es el único elemento separador. Se ha tratado con aceite para conservar sus impurezas y convertirlo así en una pieza representativa del antes y el después de la reforma”, comenta la arquitecta.


La cocina antes de la reforma. 


La vivienda tras la reforma. 

En la cocina, se actualizaron las canalizaciones de gas, agua y electricidad, se instalaron armarios superiores con luces led bajo ellos, una potente campana extractora y se organizó de forma racional la zona de aguas y la de cocción con un horno bajo encastrado. La encimera es una superficie de madera sintética muy en la línea de color de la casa. Es una buena solución para lograr una nota cálida. Ahora la cocina es un espacio abierto muy bien organizado. Se revistió la pared con un gresite hexagonal que combina dos colores claros y suaves para que quedara integrada con el resto de la decoración de la casa, aportando luminosidad y ampliando visualmente el espacio.


El baño antes de la reforma.

El baño después de la reforma. 

En el baño la intervención ha sido total. Se ha organizado el espacio de una forma ordenada para obtener funcionalidad y optimizar la superficie útil. El suelo es del mismo parqué sintético que el resto de la casa, y en la zona de aguas se ha elegido el mismo gresite que en la cocina, funcionando como un hilo conductor en la línea de las tonalidades imperantes en toda la casa. Ambos materiales aportan ligereza visual y sensación de continuidad. La reforma ha permitido instalar de un amplio plato de ducha con mampara corredera de cristal secularizado, que aumenta la sensación de amplitud. El inodoro se ha ubicado entre el lavamanos, con un amplio mueble bajolavabo, y la ducha, de forma que queda más recogido.


Planta de la vivienda antes de la reforma. 


Planta de la vivienda después de la reforma. 

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