El piso, ubicado en un edificio típico del Eixample barcelonés, mostraba una carta de presentación envidiable en cuanto a tamaño: 140 metros cuadrados más 85 de terraza. Sin embargo no le acompañaba una buena distribución, –antes de la reforma tenía cinco habitaciones conectadas entre sí– ni un buen estado ya que llevaba muchos años sin haberse sometido a ningún tipo de obra de mejora.
Por esta razón Dröm Living planteó la reforma como una intervención en la que se debía tener especial cuidado a la hora de trabajar sobre las frágiles estructuras originales.
Pero no solo toda la reforma se superó sin sobresaltos en este sentido, sino que además se pudieron aprovechar y restaurar elementos originales del piso, como las molduras de estilo modernista, las puertas interiores y algunas paredes de ladrillo visto.
Con la reforma integral, este piso adoptó una decoración que combina piezas escandinavas con puntos clásicos y toques industriales. Todo el mobiliario se hizo a medida salvo las lámparas y las sillas, predominando los textiles de fibras naturales en tonos claros y algunos de cuero y estampados étnicos.
Para los suelos se escogió un parquet laminado en tono roble vintage, salvo en aquellos que se cubrieron con suelo porcelánico tipo hidráulico. Es el caso de la cocina, de estilo clásico-chic, con mobiliario de madera lacada en gris antracita y taburetes y lámpara de líneas industriales en un llamativo color verde. Sin duda, el toque más personal de la estancia.
La cocina y el salón tienen espacios propios independientes, pero no existe puerta entre ellos con el fin de establecer una conexión directa, dada también su proximidad. Tampoco la hay entre el salón y la galería cubierta donde se ubica el estudio, con acceso a la terraza. La idea es fomentar el tránsito de una forma natural y fluida, eliminando todas las barreras arquitectónicas existentes en origen.
De las cinco habitaciones se pasaron a tres y un vestidor. En cuanto a los baños, se crearon tres (uno de ellos, el aseo de cortesía) con estilos distintos. El principal de la suite, amplio y elegante, de líneas nórdicas y mucha madera natural, y el otro de aires más frescos, combinando el mosaico hidráulico celeste con las paredes grises.
El hijo de los propietarios cuenta con su propia habitación, junto a la de sus padres, en la que se respira una decoración nórdica potenciada por el tono gris azulado de las paredes y la original estructura de madera de pino, a conjunto con los tiradores del armario.
Pero, sin lugar a dudas, el principal atractivo del piso es la gran terraza en la que se saneó el pavimento original y se amuebló de forma funcional, a la vez que se añadió una ducha exterior para sobrellevar mejor los meses estivales en la ciudad.