Enclavada en una parcela de 1.000 metros cuadrados en la Costa del Sol, la casa cuenta con una superficie de 250m2 distribuidos en dos plantas, destacando la zona al aire libre protagonizada por una piscina rodeada de jardín en la que se ha habilitado una confortable zona de estar y comedor bajo una pérgola.
Por lo que respecta al diseño exterior de la propia vivienda, de los años 70, se muestra actual y, como tal, se ha mantenido.
No así todos los interiores sobre los que sí ha habido la intervención de una reforma integral por parte del estudio de interiorismo de Adriana F. López-Barajas, bajo la supervisión de obra del arquitecto técnico Álvaro Lobo Schell. En total, han sido cuatro meses de trabajo y la mayoría de los materiales han sido de la firma Porcelanosa.
En líneas generales se ha mantenido la distribución original de la vivienda, con algunos cambios más profundos en el área del dormitorio principal, dotado de una zona de vestidor distribuida de forma simétrica, con armarios empotrados enfrentados. La luz natural es la protagonista de ambas estancias generando una amplitud visual muy agradable para estos espacios más íntimos.
Una de las principales actuaciones de la reforma se ha centrado en el dormitorio de matrimonio, ya que de un cuarto de baño existente se ha pasado a crear dos.
La planta baja, donde se ubican las zonas más sociales, se presenta con una nueva redistribución. La cocina, por ejemplo, cuenta con un nuevo acceso y se muestra parcialmente abierta al salón –una tendencia que se va afianzando–, de forma que se crea un contacto visual entre estancias, algo que se agradece cuando hay invitados en casa.
El salón central de tonos muy neutros cuenta con dos sofás de la firma Roche Bobois y está enmarcado bajo la atenta mirada de un cuadro acrílico sobre tabla realizado por Isabel García-Valdecasas Solís. Su llamativo juego cromático acapara todas las miradas y, a su vez, hace un guiño a determinados accesorios, como algún cojín o la butaca, con quien comparte colores.
Hacia un lado del salón se ubica la zona de comedor, con servicio para cuatro personas, donde se combinan las sillas con dos tapizados diferentes pero perfectamente combinados en tonos grises, a juego con el sobre lacado de la mesa. Una escultura clásica de anticuario de un torso masculino parece observar la escena.
En el extremo opuesto, se ha creado un segundo salón más pequeño con un solo sofá, una mesa de centro diseñada por el estudio de interiorismo y la original luminaria Arteriors. A los pies, para aportar calidez al conjunto, una alfombra de KP. Nuevamente, un cojín amarillo aporta la nota de color.
La planta baja también cuenta con un despacho en una estancia independiente a la que se accede a través de unas puertas correderas. En todo momento la reforma tuvo en mente la importancia de decorar la zona de trabajo con encanto. Esta, al igual que el resto de la vivienda, disfruta de grandes ventanales con vistas al frondoso jardín y cuyo encanto se mantiene fiel pese al paso de los años.