Superado el pico de la pandemia del COVID-19, el escenario social que nos queda por delante a corto y a medio plazo es de todo menos previsible. Encontrándonos, la mayoría de regiones sanitarias, todavía en las primeras fases de desescalada y desconfinamiento, la idea de las vacaciones de verano parece muy lejana y llena de interrogantes. ¿Podremos salir de nuestra región sanitaria? ¿Podremos bañarnos en la playa o en la piscina? ¿Estarán los hoteles y apartamentos disponibles? ¿Con qué medidas? ¿Tendremos franjas horarias o límites de personas por grupo? ¿Se habrán encarecido las tarifas?
La incerteza del momento hace que todos los expertos apunten a que, este verano 2020, regresaremos al modelo de turismo de los sesenta, una época en la que las familias se desplazaban en coche hasta su segunda residencia o hasta un apartamento de veraneo, pero dentro de territorio nacional o de países vecinos como Francia o Portugal.
Todo parece indicar que regresaremos al modelo de turismo local de los sesenta
Así, el turismo interno y más económico parece ser que protagonizará la inminente nueva temporada de vacaciones, sin que ello comporte un aumento de precios. Según explica Joan Miquel Gomis, profesor de Estudios de Economía y Empresa de la UOC, “para empezar a atraer a la demanda, significativamente más baja que la de años anteriores, los precios tenderán a ser más bajos”.
Turismo más responsable y de proximidad
Si en los últimos años ya había empezado a ser tendencia, en los últimos meses, la necesidad de reformular el modelo de turismo en algo mucho más sostenible parece que se ha convertido en una necesidad de la que ya no hay marcha atrás. Muchos de los menos concienciados con la ecología y con el respeto hacia las sociedades locales, puede que ahora también quieran evitar la masificación en los destinos más solicitados de verano y que opten, aunque sea “solo” por su seguridad, por un turismo más responsable y sostenible así como los desplazamientos largos y con una gran huella de carbono.
Además de tener en cuenta la proximidad, el turismo responsable y respetuoso se caracteriza por poner un especial énfasis en el contacto con la naturaleza, algo que, después del periodo de largo confinamiento que hemos vivido, puede que muchos echemos de menos. De hecho, el llamado Trastorno por déficit de naturaleza (TDN) nos alerta de que este alejamiento comporta una serie de consecuencias negativas físicas y psíquicas preocupantes, y que son especialmente acusadas y preocupantes en el caso de los niños. Pero que podemos remediar intentando pasar más tiempo en parques y jardines, saliendo de la ciudad siempre que sea posible, practicando deporte al aire libre o, sencillamente, cultivando un pequeño huerto urbano.
En definitiva, aunque las próximas vacaciones serán probablemente más locales y más eco, eso no significa que tengamos que prescindir de comodidades o de grandes experiencias de ocio y de relax. Al contrario. El contacto directo con la naturaleza nos hace bajar revoluciones a todos, y según Richard Louv, periodista, escritor y padre del concepto de TDN, nos facilita integrar aprendizajes, aumenta nuestra creatividad, mejora la fortaleza psicológica, aumenta nuestra tolerancia a la frustración y al estrés, mejora nuestro sueño, dispara nuestra vitalidad y disminuye la ira, la hiperactividad y la presión arterial.
Para convencerte de ello, puedes empezar echando un vistazo a estos hoteles eco-sostenibles y accesibles con vehículo propio, cuyo entorno natural empezará a cargarte las pilas solo con verlo en las fotografías.