Queremos lo mejor para nuestros hijos y, por eso, cada detalle cuenta. Hay que pensar en todo y en su mayor cuidado, tanto dentro como fuera del hogar. Uno de los espacios donde van a pasar más rato en su día a día es en la habitación. Jugarán, estudiarán, dormirán… Por eso, debe ser un lugar armónico y acogedor para ellos. Aunque a la hora de preparar esta estancia de la casa no siempre sabemos por qué opción decantarnos en diferentes aspectos de la decoración.
Frecuentemente, surgen dudas sobre qué colores utilizar para favorecer la creación de una buena atmósfera. Al decorar dormitorios infantiles hay que considerar varios elementos para que todo vaya a juego: el mobiliario, los objetos decorativos, el suelo, las paredes… Las tonalidades de la habitación son muy importantes porque la habilidad de distinguir colores es uno de los primeros aprendizajes de la vida.
Etapas de percepción del color
Cuando son recién nacidos solo perciben los colores con mayor contraste y, transcurridos unos meses, aprenden a distinguirl os brillantes. Durante este período de tiempo se recomiendan los tonos neutros y claros que transmiten paz. Entre los 3 y los 5 años, empiezan a sentir los efectos de los colores y suelen preferir los más llamativos. Hasta que llegan a ser preescolares y muestran más predilección por unas tonalidades específicas.
¿Qué tonalidad escoger?
Los colores pueden estimularles, aumentar su actividad mental, ayudarles a ser más creativos, a concentrarse, a que se sientan cómodos… Por eso, debes conocer la personalidad y forma de ser de tus queridos hijos y adaptar la habitación en la que vayan a estar a sus necesidades. Cada color proporciona una sensación y activa unas actitudes u otras, ¿cuál es el mejor para tus hijos?
Verde: es una tonalidad neutra que ayuda a contrarrestar la energía de los niños y niñas más activos. Este color Influye en el sistema nervioso ofreciendo calma y proporciona equilibrio.
Azul: es otro color que ofrece una sensación de calma e invita a la tranquilidad. Favorece la conciliación del sueño, reduce el estrés, les relaja y crea un espacio armónico.
Naranja: se caracteriza por estimular la creatividad y impulsa a los más pequeños a aventurarse y adentrarse en el mundo de la imaginación. Asimismo, transmite alegría, felicidad y diversión. Al escoger este color, se recomienda mezclarlo con otras tonalidades del mismo, pero más claritas, o con distintos colores que entrelacen bien.
Amarillo: las tonalidades amarillas les estimulan, les hacen estar activos y propician las actitudes positivas y optimistas. Además, en su versión pastel, puede ayudar a estimular la actividad intelectual a quienes les cuesta más el aprendizaje o se cansan más rápidamente.
Rosa: es un tono dulce, delicado y que genera sentimientos. Ayuda a conseguir la calma y la relajación y favorece el afecto.
Blanco: la sencillez del color blanco crea una sensación de amplitud y favorece la creación de un espacio armónico y muy confortable. Asimismo, aporta un toque brillante a la habitación que le ofrece más sofisticación y elegancia. Es un color con el que les resulta más fácil aprender a ordenar y organizar sus juguetes. Y también estimula su actividad intelectual y favorece a su imaginación.
Rojo: es un color que les estimula, les aporta energía, que da vitalidad y les llama mucho la atención. Si tus hijos son hiperactivos o quieres que se concentren, mejor no escojas esta tonalidad.
Oscuros: las tonalidades más oscuras crean un ambiente acogedor que invita a la luz artificial a crear amplitud. Además, combinado con el color blanco puede crear una sensación muy agradable para nuestros pequeños.
Una pizarra por pared
Una idea muy original y diferente es transformar una de las paredes en pizarra, de este modo, aumentaremos la creatividad y sacaremos el lado artístico de los peques de la casa. Podrán dibujar todo lo que quieran y hacer y deshacer a su antojo. Disfrutarán muchísimo y incrementaremos su imaginación.
Adaptar la habitación a su medida
Los espacios pueden dividirse mediante diferentes colores para adaptar la habitación a las dimensiones de los niños. En este caso, el tono más intenso debe situarse en la parte inferior y debe combinarse con una tonalidad más clarita, beige o blanca en la parte superior para crear amplitud.