Hoy nos trasladamos hasta Segovia para conocer la rehabilitación completa del hogar de una familia numerosa. El piso, ubicado en una urbanización en el centro de la ciudad, acoge a una pareja que lleva desde los 17 años juntos y a sus tres hijos. Con la llegada del último, han decidido comprarse este piso de 250 m2 y adaptarlo por completo a su gusto y necesidades.
Para realizar la intervención confiaron desde un primer momento en la interiorista Ana Montarelo que supo captar desde el primer momento lo que buscaban. Una vivienda familiar en la cual cada uno pudiera tener su propio espacio y uno común, en el que compartir momentos en conjunto, todo ello con un objetivo común: la luz.
El piso, aunque era muy amplio estaba demasiado compartimentado, con estancias pequeñas y mal comunicadas lo que provocaba que, en el hall, en el centro de la vivienda, apenas hubiera luz natural creando una atmósfera lúgubre y triste. Un problema en el que se centró la reforma logrando una entrada con amplitud y muy luminosa.
De agitada vida social, la familia quería que la cocina y el salón estuvieran abiertos facilitando la comunicación, pudiendo regular la exposición entre ambas estancias cuando así se quisiera. Fue fácil ir creando los espacios ya que la planta era cuadrada con acceso exterior en toda la planta. El punto fuerte eran los grandes ventanales que tenía y que el estudio de Ana Montarelo decidió reforzar con unas carpinterías en ángulo recto.