Aboga por la eficiencia, la sostenibilidad y la responsabilidad social, por los materiales naturales y con historia (por muy humildes que sean), por marcar con precisión el punto donde pasado y f ut u ro se encuentran y por combatir sin descanso toda convención. A Piet Hein Eek (Pumerend, Países Bajos, 1967) le hizo mundialmente famoso un aparador de madera reciclada nada más licenciarse, al inicio de la década de los noventa. Desde entonces no ha parado, ni se ha dejado encasillar. Y habla de su oficio casi tan bien como proyecta muebles o espacios. Tiene la palabra.
De adolescente querías ser arquitecto, ¿qué te hizo cambiar de idea y dirigirte hacia el diseño?
Un a migo de la familia –arquitecto– me dijo que el campo de acción de los diseñadores industriales era mucho mayor. Se equivocaba, ya que los arquitectos no tienen por qué ceñirse a su disciplina, pero le escuché y cambié de opinión. A menudo sucede: uno toma una decisión acertada, por mucho que le lleven a ella razones erróneas…
Colección Jasa para Ikea
¿Cuál es la lección más importante que aprendiste en la Academia de Diseño de Eindhoven?
Viví mi experiencia más importante a título individual durante el primer año de carrera, un curso muy diverso y general. Una de las asignaturas –de hecho la más dura y con el profesor más exigente– era pintura; todo el mundo se aplicaba en ella. En una ocasión, yo estaba pintando un cuadro, y el comienzo era muy prometedor: la esquina izquierda estaba muy conseguida. Pero durante los siguientes días no fui capaz de mantener el nivel y el resto del cuadro no estaba a la altura . Hasta que decidí acabar con aquella preciosa esquina y pinté encima. La doble lección fue “nunca aceptes que darte paralizado, ve siempre adelante; y nunca enfoques demasiado al detalle, atrévete a hacer borrón y cuenta nueva”.
¿Cómo definirías tu visión del diseño, te has mantenido fiel a ella en los veinte años que llevas trabajando?
He pensado y hablado muchísimo sobre ella, y, para serte sincero, siempre me ha molestado que la gente hace demasiado hincapié en la parte eco de mi trabajo, en mis proyectos relacionados con el reciclaje, y deja el resto de lado.
En mi opinión, yo siempre he trabajado en un nivel mucho más ambicioso y en muy distintas líneas, a pesar de lo cual se me ha encasillado. Hace muy poco he dado con una respuesta satisfactoria para todo lo que he hecho, hasta para mi forma de vida. El molino que renové con mi estudio en Mavaleix me hizo reflexionar sobre mi fascinación por las ruinas. Mientras lo restaurábamos fui consciente de que una y otra vez busco convertir lo que ya existe en algo nuevo, distinto. Las ruinas nos permiten fantasear sobre el pasado, pero también sobre el futuro, y yo trato de conectarlos. Sin que la novedad sea u n f in en sí m ismo y sin que el pasado constituya un freno. Se trata de un proceso en el que la comprensión y el respeto por lo que el mundo ha puesto delante de nuestras narices es la motivación esencial.
Butaca NYC Water Tower.
En ese sentido, la sostenibilidad a la hora de elegir los materiales con los que trabaja s ha sido siempre una de las características más reconocibles de tu trabajo. ¿Es esa la piedra angular de tu ideario?
Justo me refería a eso. Trato de respetar al máximo y de potenciar lo que la naturaleza pone a mi disposición. El mundo material determina mi trabajo y no al revés, algo que puede parecer una obviedad pero no lo es. Siempre fue así, pero en las últimas décadas del siglo pasado parece que lo olvidamos: encontrar una idea nueva era el objetivo último del diseño, y después ya se vería si se podía realizar…
Ya que hablamos de grandes ideas, tú acertaste a la primera con tu aparador de madera reciclada, un icono del diseño contemporáneo. ¿Qué ha significado en tu carrera?
Evidentemente afianzó mi carrera , pero, por suerte, no ha significado una condena a trabajar con madera reciclada para siempre. Trabajo con muchos y muy diversos materiales (también nuevos), y diseño productos, pero también interiores, he hecho incursiones en el terreno del arte, e incluso en la arquitectura. Siempre con la misma filosofía que te explicaba.
Butaca Waste Waste en madera lacada multicolorida.
¿Piensas más en términos productivos, digamos prácticos, o en conceptos fuertes?
Pienso en procesos, nunca en ideas concretas, en conceptos. Y, para mí, esos procesos son historias que deben narrarse. Ese relato es mucho más importante que el resultado pura mente físico o productivo.
De hecho, a santo de esas historias, de las que hablas a menudo, y que dices que son, en general, simples, quería preguntarte si a base de ‘complejizarlo’ no hemos hecho el diseño algo parecido a una religión…
Para mí es justo al contrario: nunca he diseñado nada que no fuera capaz de explicar con palabras. Palabras corrientes. La historia debe de ser el punto de partida de todo diseño. Y mis historias, como la que te contaba de aquel molino que restauré en Francia, son simples: se construyó precisamente allí para aprovechar el agua, que es el centro de su narrativa; se utilizaron piedra y maderas autóctonas y su disposición se hizo pensando en el feliz aprovechamiento del sol… todo muy usual, pero a la vez fundamental.
Colección Jassa para Ikea.
Jassa , la colección que acabas de presentar con Ikea, tiene también una historia sencilla y bonita: colores vibrantes, una revisión de lo tradicional… ¿Cómo la ves tú?
Es una colección preciosa, sí. Pero el éxito es de Karin Gustavsson, un director artístico con muchísimo talento absolutamente inspirador, y no mío. A mí me ha encantado viajar a Indonesia, aportar algunos diseños a la colección y trabajar junto a sus artesanos, pero ese ha sido mi papel. ¡Palabra!