El lujo de compartir

Desde su vivienda-estudio barcelonés, el diseñador Juan Avellaneda está conectado con el mundo. Ha vivido en Londres, París, Madrid, Benarés… Se siente mediterráneo y esa luz inunda su casa y sus colecciones de moda

La casa de Juan Avellaneda
La casa de Juan Avellaneda

Esta es una casa de detalles que invita a centrar el foco.

Arte, libros, objetos y pocos muebles, solo los imprescindibles, elegidos para favorecer la transparencia y lograr que el espacio respire: «Estoy rodeado de tejidos, prendas, papeles… y necesito dejar pasar el aire…», nos dice. Esa ligereza visual se potencia también con un interiorismo monocromo en paredes y tapicerías, un blanco roto que adquiere matices grises y verdosos en algunos puntos.
 

Juan Avellaneda

Pere Peris


Su vida transcurre entre Madrid y Barcelona y visita a menudo París, donde inauguró un showroom el pasado mes de junio. Cien por cien urbano, define la moda como un estilo de vida y el suyo es cosmopolita. Esta no es su primera casa … –ha vivido en Inglaterra, Suiza, La India…–, pero sí la primera en la que ha decidido reunir sus dos mundos y lo ha hecho con maestría, sin que ninguno interfiera y ambos se ayuden. El hall, presidido por una excelente colección de jarrones chinos, es el centro divisorio. A la derecha, el mundo privado; a la izquierda, el profesional, “no me da miedo que todo se mezcle –revelasoy workaholic, la verdad». Nos cuenta que es habitual que encienda el ordenador y se ponga a trabajar al volver, vestido de smoking, de un evento de noche. «Si alguien me fotografiara en ese momento tendría un ejemplo claro de la naturalidad con la que enlazo», comenta.

No ha sido modelo, ni actor, dos bulos frecuentes, que desmiente divertido, desde que su imagen se ha hecho popular, a raíz de su trabajo en el programa televisivo Cámbiame. Estudió ingeniería, moda y un MBA para saber cómo se lleva un empresa. Confiesa ser un voyeur que disfruta con todo. Estos días está en plena preparación de la colección de OI 18-2019, que se presenta en París en enero.

Colgada, frente a su mesa de despacho, la colección de PV 2018. Mientras, en las tiendas se vende la de OI 17-2018 que casi ya ha olvidado, pero así es el ritmo de la moda.

 

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