Las casas han sido un elemento fundamental de la humanidad a lo largo de la historia y durante las diferentes épocas, cada una de ellas con sus propias tradiciones y costumbres. Del mismo modo que en cualquier otro aspecto de la vida diaria, la casa dependía en gran medida del nivel socioeconómico de los habitantes, pero también del siglo del que hablemos y la zona geográfica a la que nos refiramos. Los materiales de construcción también variaban en función de la zona y el clima.
¿Cómo construían las casas?
En la zona más occidental de la Península las casas eran construidas con piedras mientras que en los Pirineos abundaba la madera y en el sur el barro. Los tabiques se fabricaban a base de paja, pelo de vaca, estiércol y barro húmedo sobre una estructura de madera. La madera se cortaba cuando aún estaba verde, a fin de moldearla con mayor facilidad.
Entre los inconvenientes de estos materiales estaba el peligroso uso de las velas por las noches y también que la madera acababa pudriéndose con el paso del tiempo a consecuencia de la humedad, con lo que la construcción podía venirse abajo. Para evitar el problema se erigía el armazón de madera sobre un plinto de piedra o ladrillo.
Los distintos armazones de la casa se construían en el taller de un carpintero y una vez listos se trasladaban al lugar de la construcción. Allí se levantaban y se cubrían los huecos entre las vigas con una red de ramas entrelazadas y la mezcla de barro, paja, pelo y estiércol de vaca.
Casas humildes
Las viviendas más humildes, las de los campesinos, solo tenían una estancia, la cual hacía al mismo tiempo las veces de salón, cocina y habitación. Un único habitáculo en el que se almacenaban además los útiles del campo y la cosecha. En cuanto a los artesanos, compartían su casa con el taller y en muchos de los casos incluso con la tienda. La casa se unía un pequeño patio trasero donde pueden instalar un huerto, un corral, un pozo, un horno o la tan sabida letrina.
El interior de las casas medievales de campesinos y artesanos era muy humilde. Para descansar utilizaban colchones, los cuales enrollaban por el día para disfrutar de mayor espacio. Toda la ropa se guardaba en baúles y los utensilios de cocina en huecos que hacían en los muros.
Casas de clase alta
En el espacio urbano, las casas se convierten en reflejo del poder de las personas demostrado por medio de la fachada. Con el aumento de la población urbana, las necesidades organizativas y visuales de las ciudades mejoran.
Las casas más habituales en las ciudades, que eran las de clase alta, se componían de dos pisos y estaban construidas de piedra y madera. El piso inferior estaba destinado a recibir las visitas, por lo que el recibidor era muy importante por muy pequeño que fuese, y estaba compuesto por un patio interior y varias estancias a su alrededor. Las habitaciones de la familia se situaban en la planta superior.
En ciudades como Sevilla o Córdoba, las casas estaban construidas bajo una clara influencia musulmana cultura de la que habían conservado el gusto por los patios interiores, independientemente de la clase social, los colores vivos y la presencia de pozos o fuentes.
Muebles en casas medievales
El mobiliario presente en los hogares era escaso. En las casas más humildes estaba compuesto por aquellos muebles imprescindibles como la mesa, las banquetas, un arca para guardar la comida o la cama, que llegará a convertirse en elemento diferenciador.
El material habitual para los colchones era la paja, aunque las clases acomodadas podían disfrutar de uno hecho de plumas que recubrían con sábanas o calientes mantas de pieles. El soporte de las camas podía ser bien un tablón de madera, bien varias sillas puestas en fila, este último el común en las zonas rurales donde la cama era compartida por toda la familia.
En las casas donde el dormitorio estaba separado, era la estancia más privada, donde se guardaban los pocos objetos de valor que pudiesen tener. La cocina suponía el espacio más importante de cualquier hogar principalmente por la presencia de la chimenea que además de aportar calor iluminaba la casa. Las casas con más recursos económicos contaban con todo tipo de cacharros como recipientes de barro, de estaño, cobre o hierro además de manteles y paños.