La belleza de un palacio

Amplitud, luminosidad y viveza. Coloridos mosaicos, maderas, latones y mármoles. Y mucha esencia natural. Viajamos hasta Córdoba para descubrir el H10 Palacio Colomera, un edificio con gran historia y una nueva imagen; un proyecto que firma Tarruella Trenchs Studio

La belleza de un palacio
La belleza de un palacio

  • Texto: Fotos Meritxell Arjalaguer y Salva López I Texto Itziar Ortega Errasti

En su tiempo residencia de los condes de Colomera, el emblemático edificio de la cordobesa plaza de las Tendillas alberga a día de hoy el H10 Palacio Colomera. De la dirección creativa se encargó el estudio Tarruella Trenchs, que transformó por completo el interior de esta construcción –de 1928–, preservando, eso sí, su gran valor arquitectónico. Lo hizo resaltando las cornisas de los techos –de generosa altura– y colocando pavimento pétreo, además de utilizar molduras ornamentales y lucir algunos vestigios del pasado, como el antiguo aljibe o el grosor de algunos muros. 

Con todo, el interiorismo del hotel se funde como un guante en el ambiente palaciego que le es nato, apostando por una elegancia atemporal que juega con las tonalidades oscuras y los colores cálidos en una sensación abrumadora de acogimiento, frescura y confort. Un espacio en el que predominan la madera y demás materiales nobles en un guiño generoso a la artesanía local, junto al mobiliario a medida, cuadros con imágenes de la ciudad de Córdoba y lámparas y tejidos ligeros que acaban de vestir el conjunto de armonía y luminosidad, para que los huéspedes se sientan como en casa. 

Y es que en el H10 Palacio Colomera fluye la luz, a través de los grandes ventanales, los arcos y los pilares decorados con mosaicos originales. Es imposible no dirigir la mirada hacia la vidriera emplomada de la primera planta o el gran lucernario. Todo con la serenidad de la frondosa vegetación y ambientes tan apetecibles como el patio cordobés, el núcleo central del edificio y espacio del comedor principal. Un rincón sereno y claro.

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Fotos Meritxell Arjalaguer y Salva López I Texto Itziar Ortega Errasti