“Sin pasión no hay arte”, decía Henri Matisse. Y precisamente esa palpable pasión y el arte son los dos elementos que inundan una vivienda de 550 metros cuadrados ubicada en una de las zonas más exclusivas de Ciudad de México. Los propietarios, una pareja apasionada por el diseño, la comida, el arte y los viajes, decidieron reformar el inmueble con el objetivo de lograr que su decoración fuera un claro ejemplo de su amor por el arte.
En este sentido, él es un exempresario que decidió dejar el mundo de los negocios para perseguir un oficio milenario tan noble como la cerámica, convirtiéndose en una de sus grandes pasiones. Por eso, el estudio, las habitaciones y, en definitiva, cada rincón de la casa exhiben cada una de sus piezas con diferentes técnicas y son una muestra palpable de que su decisión fue la más acertada.
Ella, en cambio, es una mujer con estudios de inteligencia emocional capaz de explicar y transmitir de una manera única sus vivencias, las experiencias de vida que le han marcado, poniéndole muy fácil al estudio la tarea de captar su idea y plasmar sus gustos y estilo en cada uno de los rincones y detalles del espacio
Inquietudes creativas
La reforma recae sobre las manos de ‘Estudio Tanguma’, con Alejandra Garza Tanguma al mando. Después de 10 años desde su creación, es hoy una de las firmas más exitosas del norte de México, algo que el equipo ha logrado claramente gracias a su capacidad de equilibrar las inquietudes creativas propias con los deseos de los clientes y los contextos inherentes en cada espacio, siempre buscando resultados que se adapten a las necesidades de cada propietario.
En palabras de la diseñadora, “ningún proyecto es igual, los clientes no son los mismos. El hecho de que cada persona sea diferente nos obliga a innovar siempre. Los proyectos que realizamos son una proyección del usuario. Todo nuestro trabajo esta centrado en la persona”.