El dormitorio y, concretamente, nuestra cama, es el lugar dónde pasaremos más horas de nuestra vida. De media, podemos establecer que nos pasamos durmiendo unos 27 años si tomamos como referencia las 8 horas diarias aproximadas que los especialistas en medicina del sueño nos recomiendan dormir, y los 82 años que viven de media los españoles. Es decir, que un tercio de nuestra vida la pasaremos entre sábanas.
Dormir las horas suficientes y disfrutar de un sueño reparador son dos claves absolutamente imprescindibles que condicionan nuestra salud y nuestro estado de ánimo. Y ya sabemos que la calidad del sueño depende de muchos factores como, por ejemplo, nuestra edad, el nivel de estrés al que estemos sometidos, nuestra alimentación y hábitos de vida, la práctica regular de deporte o el sedentarismo, las horas en que nos metemos en la cama o en que nos levantamos, etc. Pero hay algo que a menudo no tenemos suficientemente en cuenta cuando hablamos de higiene del sueño: el lugar dónde dormimos.
El espacio que ocupa nuestro dormitorio y el ambiente que en él se respira, también resultan factores condicionantes del buen descanso. Así que lo ideal sería crear un ambiente sereno y tranquilo que nos relaje solo al entrar, nos ayude a bajar revoluciones y a dejar todas las preocupaciones detrás de la puerta para poder asegurarnos un descanso de calidad.
No en vano, el arte milenario chino del Feng Shui nos recomienda que el dormitorio se sitúe en la parte trasera de la casa, lejos de la entrada, del movimiento intenso y del ruido, para propiciar una zona reservada al descanso y a las actividades relajantes. ¿Cómo podemos conseguirlo?