Los primeros catálogos de muebles: herramienta fundamental en la concepción del interiorismo hoy en día

¿Cuántas veces hemos querido adquirir un mueble y nos hemos sentido abrumados por la cantidad de opciones que nos hemos encontrado? La elección de mobiliario se ha convertido casi en un ritual. Debemos tomarnos el tiempo necesario para ello y pensar en su funcionalidad y el lugar que ocupará.

A continuación, hacemos una selección de fabricantes según nuestros gustos para pasar a estudiar los diferentes catálogos: un despliegue de imágenes a todo color que nos sirven de inspiración y nos presentan el producto en diferentes ambientes, todos ellos espectaculares.

Los primeros catálogos de muebles herramienta fundamental en la concepción del interiorismo hoy en día
Los primeros catálogos de muebles herramienta fundamental en la concepción del interiorismo hoy en día

  • Texto: Candela Calvo Olarte

Los catálogos se han convertido en una parte esencial de nuestro proceso de compra cuya existencia ni nos planteamos. Pero probablemente, sin ellos no sabríamos por dónde empezar. Para decidirnos por la pieza que deseamos, existe una amplia oferta que nos brinda una infinidad de posibilidades entre las que elegir respondiendo a nuestros gustos personales, presupuesto, medidas y un largo etcétera.

Sin embargo, no siempre ha sido así. Antes de la fabricación en serie, los muebles eran piezas únicas creadas a medida para un cliente en concreto, con unas características, funcionalidad y requisitos estéticos muy concretos. Su creación era considerada un arte menor cuya oferta respondía directamente a la demanda, y no al revés.

En este contexto, el británico Thomas Chippendale, considerado como uno de los mejores ebanistas de la historia y que aún hoy sigue siendo un referente, fue el primero que decidió plasmar y recopilar sus diseños en un libro publicado por primera vez en 1754: el Gentleman and Cabinet Makers Director, algo que ningún artesano se había planteado hacer hasta entonces. Adquiriendo la forma de trabajar de los arquitectos de su época, añadió además toda la información relativa a sus piezas: planos, instrucciones y definiciones muy detalladas. Chippendale fue, de manera intuitiva, decorador de interiores: no solo aconsejaba sobre el mobiliario más adecuado si no también sobre el color de las paredes.

A pesar de esto, sus diseños y sus métodos de fabricación todavía estaban lejos de los que hoy conocemos. Se trataba de elementos complicados, formados en muchas ocasiones por más de mil piezas y cuya elaboración era un trabajo de artesanía puro y duro.

Siguiendo esta línea, aunque en un estilo de muebles más sencillo, acorde a la moda cambiante, George Hepplewhite -otro de los grandes ebanistas de la época- fue archivando y guardando los dibujos de sus diseños. Dos años después de su muerte, en 1788, su viuda publicó de forma póstuma un libro en el que se recogían cerca de 300 láminas: el Cabinet maker and Upholsterers Guide. Gracias a esto, los muebles de Hepplewhite, reconocibles entre otras cosas por la forma de escudo de los respaldos de sus sillas, siguieron fabricándose mucho tiempo después, con un concepto bastante cercano a la industrialización.

Precisamente con este objetivo, Thomas Sheraton, el tercero de este podio, publicó en 1791 su The Cabinet Makers and Upholsterers Drawing Book. Este libro, dividido en cuatro volúmenes, tenía un carácter eminentemente práctico: estaba destinado a constructores y tapiceros y la información que en él se reflejaba era la más detallada hasta el momento. De hecho, él mismo no ejecutó ninguna de sus obras, si no que se limitó a diseñarlas. Era básicamente un libro de patrones con instrucciones sobre la fabricación y el montaje de los mismos. Sheraton también publicó otros libros, más teóricos, después de este: The Cabinet Dictionary y Cabinet Maker, Upholsterer and General Artists Encyclopaedia.

Unos años más tarde, en 1796, nace en Boppart (Alemania) uno de los grandes responsables del sistema de producción de mobiliario que hoy conocemos: Michael Thonet. Formado como ebanista desde niño, fundó su primer taller en 1819, donde estuvo experimentando y perfeccionando la técnica de la madera curvada. Ya en Viena, crea la que será la precursora de sus muebles en serie, la silla número 4. Con ella, la propietaria de un conocido café vienés, la señora Daum, amueblará su local, dándole así la inyección de publicidad necesaria para que sus ventas se disparen. Es la época en la que la industria empieza a ganarle terreno a la artesanía y Thonet no desperdicia la oportunidad de subirse a ese tren.

Sin embargo, es la silla Kaffeehausstuhl nr. 14 ,conocida también como “la silla de las sillas”, la que le convertirá en uno de los fabricantes de muebles más famosos de la historia. Esta pieza cumplía con varias características que la convirtieron en un éxito. El primero de ellos, su simplicidad y la armonía de sus formas. El segundo, la facilidad del proceso de fabricación; esto hacía que dicho proceso resultase barato y, por lo tanto, pudiese llevarse a cabo en grandes cantidades. Por último, se trataba de un mueble muy sencillo de montar, tanto, que el cliente podía hacerlo él mismo -una metodología de ventas que aún hoy sigue siendo de las más exitosas y utilizadas por los grandes fabricantes-. Gracias a lo cual, la silla podía entregarse en piezas separadas, por lo que el embalaje quedaba considerablemente reducido: una caja de un metro cúbico albergaba hasta treinta y seis unidades.

Con todos estos puntos a su favor, no es extraño que la pieza cobrase fama rápidamente. Así, y con las publicaciones del siglo anterior como referencia, Thonet sacó en este mismo año su catálogo de mobiliario. Pero con una diferencia respecto a los libros de Chippendale, Hepplewhite o Sheraton: esta vez se trataba de orientarlo al público general, para aumentar así las ventas de sus productos. De esta manera, Thonet daba la vuelta a las tornas y conseguía que fuese la demanda quien respondiese a la oferta; algo que sus antecesores ebanistas y diseñadores no se habrían podido permitir por lo complicado de su sistema de fabricación pues, aunque este había ido evolucionando, aun distaba de la producción en serie y el embalaje por piezas.

 Así pues, con los conceptos de producción y ventas ya asentados por Thonet, la industria del mueble, y con ella sus catálogos, sigue evolucionando. Los hijos de Thonet, bajo el nombre de Gebrüder Thonet, mantienen y expanden el emporio por él creado. Pero no estarán solos. En España, la publicación de muebles más antigua que se conserva es la de Fernando Payerpaj Reinoso. Entre sus páginas encontramos dos fotografías; probablemente se trate de las primeras incluidas en un catálogo, y con las cuales la imprenta hacía gala de su evidente modernidad.

 

Ya a principios del S.XX los catálogos se empezaron a realizar en láminas a color -la fotografía, en especial la coloreada, aun encarecía mucho los costes de impresión-. El mobiliario ya no se publicaba aislado, sino que los dibujos reflejaban ambientes completos, con ideas y sugerencias que ayudasen al lector a imaginar las piezas  en un contexto completo y animarle a comprarlas. Si obviamos los detalles técnicos, estaríamos muy cerca de lo que hoy conocemos como un catálogo de muebles.

Evidentemente, a partir de este momento y hasta nuestros días, los catálogos, publicaciones y revistas sobre muebles e interiorismo han seguido evolucionando. Sin embargo, estos son algunos de los nombres a los que podemos agradecer el amplio universo que se nos presenta cuando queremos adquirir un mueble, buscar inspiración para nuestros interiores o, simplemente, disfrutar de la lectura como espero que tú estés haciendo ahora mismo.

Sobre el autor

Candela Calvo Olarte