Una mirada hacia las luces del norte

Un apartamento con un ‘look’ afrancesado del siglo XX en el centro de San Sebastián. No había más que decir para que Mikel Irastorza se animara a reformarlo.

Salón
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Sofisticación y mucha sensibilidad son sellos que el interiorista Mikel Irastorza imprime con arte en todos y cada uno de los proyectos que concibe. Y como era de esperar hizo lo propio en su vivienda personal. Su ubicación, junto a la desembocadura del río Urumea (a pocos minutos del centro de la ciudad de San Sebastián) y frente a edificios emblemáticos como el teatro Victoria Eugenia, hace de ella un lugar ideal para habitar.

Las vistas y la luz natural de que disfruta son un verdadero lujo. Su relación con ella fue una historia de amor a primera vista. Mikel había realizado obras de remodelación en diferentes apartamentos del edificio, y se enamoró literalmente del look afrancesado de principios del siglo XX que desprendía. Tanto que se propuso vivir en uno de ellos.

“Como siempre, tiré paredes, recuperé y restauré sus molduras y decoración, que se encontraban en un estado mayormente lamentable”, asegura el interiorista. A la hora de enfrentarse al trabajo que requería la vivienda, tenía claro que, a pesar de que había mucho que hacer, podría imprimirle su toque personal.

En todos mis trabajos mezclo piezas de distintas épocas, procedencias y estilos con la idea de conseguir espacios con personalidad y con un plus decorativo.

“Laqué paredes y molduras para realzarlas más; en el suelo coloqué roble francés encerado y laqué la carpintería interior en un color marrón oscuro para darle un aire más masculino”, comenta Mikel. Como en casi todos sus trabajos, mezcló piezas de distintas épocas, procedencias y estilos. Todo con el fin de conseguir un espacio con un diseño acorde a su personalidad, que permitiera acoger “todo aquello que he ido almacenando estos últimos años”, añade el interiorista. Buscó el diálogo entre la luz donostiarra y el mobiliario que iba a instalar, optó por materiales nobles para suelos y paredes y se decantó por textiles que aportan calidez, color y vitalidad a los espacios.

Tal vez el punto más llamativo de la vivienda sea, además de los bellos rosetones del techo y las molduras de las paredes, el sabio trabajo en los muros de la vivienda. Así, en el hall apostó por un llamativo papel pintado selvático y brillante; en su dormitorio se decantó por otro diseño en azul; y en la cocina, un bello muro de baldosas cerámicas italianas, que le da protagonismo al bien llamado corazón de la casa.

Este es un proyecto hecho con mimo y tiento, donde cada detalle importa y cada pieza cuenta un poco de la vida y la personalidad de su propietario.

 


Fotografías de Belén Imaz y estilismo de Pete Bermejo

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