Tener una buhardilla, con el espacio y la altura suficiente para ser habitable, sin aprovechar o para guardar las cosas que no utilizamos y nos molestan por casa supone desaprovechar una gran oportunidad para crear una estancia nueva única y agradable. Un desván puede transformarse en una nueva habitación, un salón, un despacho, un vestidor, un baño, una zona de lectura o un chill out para disfrutar con los amigos y, sobre todo, en un espacio confortable donde poder relajarse.
Optimizarlo nos permite ampliar la casa y ganar unos metros de más con los que no contábamos. Hasta nos parecerá que vivimos en un dúplex y dejaremos atrás la idea del desván como trastero. De hecho, ya está desapareciendo su concepción como un lugar caótico y desordenado en el que se guardan recuerdos, juguetes viejos, objetos antiguos y muchas otras cosas que se acaban llenando de polvo y suciedad.
Es un espacio que puede ser muy funcional, tenga las dimensiones que tenga. Y puede que se convierta en tu lugar preferido de la casa, ya que es una idea que resulta muy atractiva porque nos aporta una sensación de tranquilidad y desconexión. Las posibilidades son infinitas, podrás crear la estancia que quieras o que más necesites y le darás originalidad a tu hogar.
Tips básicos para tu buhardilla
Planificar el espacio será el primer paso para saber qué puedes hacer y en qué puedes convertir tu buhardilla. Asimismo, la luz natural es una de las claves para conseguir más amplitud y dar vitalidad a la estancia. Por lo que hace a las ventanas, pueden situarse tanto en el techo como en los laterales, en función de nuestras preferencias y posibilidades. Por otra parte, es importante aislar el espacio y acondicionarlo para que ni el calor ni el frío nos molesten más de la cuenta. El aislamiento es esencial para mantener la temperatura adecuada en cada época del año. También es fundamental utilizar tonos suaves y neutros para que prime la sencillez y no recargar el espacio, sobre todo, cuando no disponemos de demasiados metros.