Una vivienda de finales del siglo XIX, restaurada en 2005 por el arquitecto Luis Maldonado Ramos, es la casa de Miguel Muñoz-Yusta del Álamo, director de la Fundación Fernando de Castro. Es una joya en el corazón de Madrid, un hogar donde disfrutar del arte y las piezas clásicas con una mirada muy contemporánea. “El contenido son muebles y piezas que he ido coleccionando a lo largo del tiempo y en diferentes viajes. No obedece a ningún proyecto de decoración concreto: es el resultado de años de vida”, describe.
Nos sentimos como el pirata que logra dar con el preciado tesoro después de una ardua búsqueda. En nuestro caso, después de una buena y larga amistad, llega el momento de poder mostraros una de las casas decimonónicas más bellas de Madrid. “El proyecto de rehabilitación al que se sometió el espacio tenía como criterio dejarla tal cual había sido. Por suerte, conservaba la mayor parte de los elementos originales, tales como suelos, carpinterías, chimeneas y distribución. Teniéndolos como punto de partida, se planteó intervenir el espacio manteniendo siempre su esencia. Los antiguos tendederos y la zona de lavandería del edificio se habilitaron para su uso, creando un espacio de terraza ajardinada”, comenta Miguel.
"Había que unificar criterios para crear un espacio muy neutro destinado a albergar un contenido más dispar. Los elementos textiles tenían que ser escasos y siempre en la misma gama cromática que el contenedor”. La obra de restauración fue realizada por el arquitecto Luis Maldonado Ramos, quien tenía una amplia experiencia en rehabilitación de edificios históricos. “Desde el principio se planteó respetar las bellas y equilibradas proporciones de los espacios, por lo que no se tocaron las distribuciones decimonónicas ni sus acabados. Todos los espacios se pintaron en blanco para crear estancias muy neutras destinadas a albergar una gran colección de piezas y mobiliario de muy diversos estilos. Así se conseguía cierto equilibrio entre contenedor y contenido”, asegura el propietario. También se evitaba la sensación de espacios recargados. Por ello, se unificaron criterios, para crear un contenedor muy neutro destinado a albergar un contenido más dispar: con este sistema se conseguía ensalzar piezas y mobiliario dispuestos por la casa.
“Los muebles y muchas de las piezas vienen de familia o las he ido coleccionando a lo largo de los años y en diferentes viajes. Así pues, el contenido no obedece a ningún proyecto deco concreto, sino que es el resultado de años de vida”, afirma Miguel. Y añade: “La casa la restauró mi querido amigo Luis Maldonado, con el que participé activamente en la obra. Fue muy interesante trabajar con él y una verdadera satisfacción recuperar un espacio del siglo XIX con toda su esencia”. Una vez terminada la recuperación, los muebles y elementos fueron encontrando su sitio con relativa facilidad.
Equilibrio en esencia y forma
Una de las características más destacadas de esta casa, según su propietario, Miguel Muñoz-Yusta del Álamo, es la luz. Y quizá, la característica con la que definiría el resultado de su decoración y restauración es el equilibrio. “Equilibrio que existe entre contenedor y contenido, equilibrio porque la divergencia de cada pieza encuentra su espacio, equilibrio por la convivencia que hay entre estilos y elementos tan opuestos”, comenta el propio Miguel.
Destacamos también la colocación de los espejos que consiguen que estos ambientes sean más amplios y luminosos incluso de lo que ya son de por sí. Un recurso típico del siglo XVIII que funciona en cualquier época. Sin duda, este es un hogar singular y de gran belleza, donde este formador de interioristas (es profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid), puede disfrutar de los clásicos y verlos desde una mirada muy contemporánea.