Los meses que hemos pasado en casa por motivo del coronavirus han sacado al cocinillas que todos llevamos dentro, dirigiendo nuestra habilidades tanto hacia la repostería como a recetas dignas de una final de MasterChef. Es, en estos momentos, cuando nos damos cuenta de la necesidad de reformar nuestra cocina, para hacerla más ergonómica y funcional, pero también mejor preparada y equipada. Y, por supuesto, con una decoración a la altura de los platos que vas a preparar. Sobre todo, teniendo en cuenta que, según el Estudio Global Kitchen elaborado por Silestone, el 63’5% priorizamos la funcionalidad a otros aspectos, como el ahorro.
Una cocina profesional debe ser, ante todo, cómoda. De manera que el espacio disponible se ajuste tanto a la planta como a tus hábitos y trucos de chef. Puedes distribuirla en L, U (una organización habitual de las pequeñas y medianas), en Línea, en paralelo o con isla (el sueño de casi todas). Es importante que dejes espacio suficiente entre las zonas, para moverte cómodamente, que cada área (fuegos, lavado y almacenaje), de lo que se conoce como triángulo de trabajo, tenga mínimo unos 120 cm, el fregadero se ubique cerca del lavavajillas, la placa nunca se pegue al fregadero o que la basura y el reciclaje se sitúen cerca de la superficie de trabajo y a mano.