Si hay algo que define a los edificios modernistas de ciudades como Madrid y Barcelona; además del encanto que acumulan con el paso de los años, es esa falta de luminosidad que se repite, casi como un mantra, en muchas de sus estancias. Sin embargo, el diseño y la arquitectura contemporánea han demostrado que, con muy poco e incluso en pequeños espacios, se pueden conseguir unos pisos increíbles como este que os traemos hoy, una reforma en el corazón del Eixample que corre a cargo del estudio de diseño e interiorismo Forma.
El encanto de esta obra reside en que se han mantenido muchos de los elementos originales de este piso que data del año 1936 y que cuenta con una superficie de 70 m2. Una época en la que los suelos hidráulicos y los techos con vuelta catalana eran la guinda final a todo diseño de interiorismo.
La vivienda, que todavía recoge la herencia de aquel periodo entre sus paredes, se erige ahora como una construcción moderna y actualizada que apuesta por los espacios dinámicos y la luz natural. Su fachada principal da a la calle Provença, donde se encuentran otros domicilios que también cuentan con estos matices modernistas.
A pesar de que el espacio luce diáfano, no siempre fue así. De hecho, al principio, el apartamento tenía la típica distribución de las viviendas en Barcelona, es decir, muchas habitaciones subdivididas y diferentes capas de materiales que se habían superpuesto a lo largo de los años.
Como el presupuesto de la reforma era bastante limitado, se decidió mantener la ubicación de la cocina y el baño, renovándolos por completo. Esto dio muchas otras ventajas, como por ejemplo la idea de utilizar más recursos en el resto del apartamento. Muestra de ello es el amplio salón que se conecta tanto con el dormitorio como con el exterior de la vivienda.
Mucho antes de la intervención, la imagen del apartamento era decadente y oscura debido a las excesiva división de los espacios. La principal acción consistió en una verdadera y selectiva 'defoliación'. Un término que desde el equipo de interiorismo utilizan para hacer referencia a la defoliación de todas las capas para llegar a los elementos constructivos tradicionales como pisos de gres, techos abovedados y carpintería de madera original.
Una especie de limpieza total, gracias a la cual ahora el piso luce como nuevo, a pesar de mantener esos elementos más antiguos. Por ejemplo, lo que sí se mantuvo son los colores y dibujos del pavimento embaldosado, descartando solo aquellas que piezas que estaban en muy malas condiciones.
Como ya os adelantábamos, la piedra angular de este proyecto es su iluminación, y como no, el trabajo que hay detrás para conseguir que esta entre a raudales por las ventanas. En el caso de este piso en el Eixample, para incrementar al máximo la luz natural y dotar de homogeneidad a la vivienda, se pintó el apartamento de blanco realzando así el suelo y el color de las baldosas.
Los nuevos materiales que se han incluido en las estancias, aunque son claramente contemporáneos, discuten en armonía con los antiguos para que se mantenga la percepción de unidad en toda la vivienda. Es esta mano entrelazada entre el pasado y el futuro la que termina de darle un toque especial y único a este piso en pleno Eixample.