Hemos hablamos en varias ocasiones de las tendencias en color para la casa. Cada año hemos asistido con expectación al nombramiento del color del año Pantone y hemos analizado todo su potencial. Últimamente también oímos hablar de distintas técnicas de pintura, como las paredes bicolor, ¿pero qué pasa con las paredes lacadas?
Las paredes con brillo han estado presentes en el diseño de interiores durante siglos, pero tal vez su uso había quedado relegado a espacios demasiado lujosos y con cierto aire glamuroso. Esta temporada los decoradores más prestigiosos rescatan el efecto lacado y lo llevan a los interiores más elegantes.
Ya en el siglo XIII las habitaciones de Versalles se hicieron eco de esta tendencia llegada de oriente y no dudaron en lacar las paredes de color. Su difícil mantenimiento hizo que terminasen desapareciendo y no volvimos a verlas hasta los años 40, en los interiores de la Maison Jansen de Paris.
Pero las tendencias vienen y van y salvo alguna excepción durante la década de los 60, las paredes lacadas no han reaparecido hasta la actualidad. En esta ocasión vienen de la mano de décadas de experiencia y nuevas técnicas en la elaboración de pintura que lo han fortalecido contra posibles grietas. Hoy en día cualquiera puede disfrutar del efecto brillo en las paredes de su casa.
Antes de llevar esta tendencia a un interior, hay que tener en cuenta que solo es posible aplicarlo en paredes lisas, a ser posible sin ningún defecto. El brillo marca cualquier imperfección y es necesario que la pared esté perfectamente acabada.
Normalmente las paredes lacadas van en tonos bastante llamativos y ambientes muy recargados, por eso es fundamental escoger un tono del que no nos vayamos a cansar rápido. Los más habituales son el rojo, el negro y el azul, pero es posible tener un pared con brillo en prácticamente cualquier color que se nos ocurra. Lo importante es saber combinarlo con la decoración del espacio.
El estilo clásico es el que mejor se adapta a las paredes con brillo. Su mobiliario y piezas decorativas se camuflan a la perfección con el color lacado. En ocasiones es habitual encontrarlas con molduras que dividen la pared o enmarcan piezas importantes como espejos o cuadros.
Los más arriesgados se atreven incluso a aplicarlo en paredes de ambientes más minimalistas con un resultado sorprendente. No podemos negar que su elegancia y potencia visual las hacen irresistibles.