Llegas a casa y lo típico, esto lo dejas aquí que ya mañana lo recoges. Mañana se suma otra cosa más, pero ya si eso el fin de semana…Y cuando te quieres dar cuenta, los objetos se han hecho su hueco en el mundo y moverlos de ahí de repente se presenta como una tarea ardua y difícil.
Lo mejor en estos casos es preguntar a esos amigos ordenadísimos y megaorganizados, que siempre te han parecido un poco raros y sin embargo, hoy más que nunca, te parecen seres sabios que tienen su casa en perfecto estado. O al menos, tú no ves el desorden, que muchas veces es lo que cuenta.
Orden en todos los sentidos
Es importante en el armario de la ropa, en las estanterías repletas de libros y en las vitrinas de las cocinas. Todo debe estar en su lugar y las superficies y muebles despejados. Esto es clave, del mismo modo que lo es que también tu mente esté despejada y tranquila. Tómatelo como un ritual –música incluida– verás que ordenar deja de ser una tediosa tarea para ser casi terapéutico.
Ordena distinto
Otra de las lecciones que hemos aprendido de Marie Kondo, es que lo mejor es ordenar en base a tipologías de objetos. Por norma general solemos hacerlo por estancias, pero de este modo lo que hacemos es asignar distintos puntos de orden duplicando el almacenamiento, y eso no es efectivo, ni tampoco nos ayuda a encontrar las cosas.
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