Si nos basamos en su definición más estricta diremos que el feng shui nos invita a decorar cualquier estancia de nuestra casa en función del flujo de energía o chi. ¿Y esto qué significa? Pues que a partir de una disposición armónica de todos los ambientes de nuestro hogar, seremos capaces de generar una energía positiva que nos vendrá bien para la mente, la salud y hasta para desarrollarnos plenamente.
Aplicar una decoración feng shui requiere cumplir con una serie de principios establecidos por la metafísica china. Los más importantes son el equilibrio del yin yang, la teoría de los cinco elementos o, como decíamos, el concepto de energía chi. Sin embargo, aplicar todas sus normas en cada una de las estancias de la casa no es tarea rápida.
Por eso, el feng shui diferencia algunas estancias más prioritarias que otras. Es el caso del recibidor, por ser la entrada a nuestro hogar y el espacio por el que entrarán todas las energías. Y lo mismo ocurre con el dormitorio. De hecho, para el feng shui, el dormitorio es una especie de santuario. Según esta filosofía oriental, durante la noche, cuando dormimos, somos más vulnerables a las energías del entorno. Por eso considera que es la zona de la casa a la que hay que prestar más atención si se quiere que la energía fluya correctamente.
Aplicar el feng shui en el dormitorio puede contribuir a que concilies mejor el sueño y logres mayores niveles de descanso. Además, también ayuda a reducir los niveles de estrés, entre otros beneficios. Eso sí, incorporarlo a esta estancia no es nada fácil, ya que hay que tener muchos factores en cuenta: la ubicación de la cama, la elección de los colores, la orientación de la habitación, etc.
Debido a todos estos requerimientos, parece imposible decorar un dormitorio en clave feng shui sin renunciar al estilo. Pero nada más lejos de la realidad. Tener un dormitorio feng shui que siga las tendencias es posible, y vamos a contarte las claves de cómo hacerlo. Aquí van algunos de los mejores trucos para aplicar el feng shui en el dormitorio y que destile buen gusto. ¡Vamos allá!