¡En esta casa viven niños! Claves para una decoración bonita, funcional y segura

Los más pequeños de la casa ‘toman’ cada rincón, llenándolos de felicidad, pero también de juguetes y objetos. Para que os sintáis a gusto, sin que el salón pierda su estilo ni la cocina sea un campo de batalla, pon en marcha estas ideas prácticas y saldréis ganando todos.

casa nenes 1a
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Una casa con niños es un hogar feliz y lleno de vida, pero también un espacio que ‘invita’ al desorden, especialmente cuando son más pequeños. En general, se trata de adaptarse los unos a los otros y buscar un equilibrio en el que ni los juguetes invadan todo y ellos puedan moverse con comodidad y cenar en el sofá viendo la tele, sin que sufras por si se cae una mancha o deciden tocar y coger todo lo que está a su alcance.

Lo primero de todo es crear un entorno seguro. Revisa los ‘puntos negros’: echa un vistazo a ventanas, balcones y terrazas y asegúrate de que no pueden acceder a ellos; pon protectores en los enchufes y en las esquinas de las mesas de centro (todo un clásico en lo que accidentes domésticos se refiere); fija las estanterías a la pared para que no se venzan… Eso sí recuerda que una vivienda segura no es sinónimo de blindada y opresiva, sino de cómoda e, incluso, abierta. Por eso, si quieres hacer que se sientan realmente bien, intégralos en el día a día. Repasamos las estancias principales, para conseguir un buen ambiente familiar. Foto: Ikea

Sobre el autor

Lola Marquez

Periodista

Llegué al mundo de la decoración y el diseño de casualidad y me quedé para siempre. Y, a pesar de que han transcurrido muchos, muchos años (como en los cuentos), sigo viendo, leyendo y, por supuesto, escribiendo con la misma ilusión y las mismas ganas. He tenido etapas, como todas, he cambiado de estilo y he sustituido en mi corazón ‘deco’ los suelos de madera por el papel pintado, aunque sigo guardando un lugar especial para un buen sofá: será cosa de la horizontalidad. También he comprobado que el amor verdadero por la decoración se pega y se transmite de generación en generación. Para comprobarlo, basta con ver las habitaciones de mis hijas y recordar el recibidor de mi infancia.