Culturalmente, el género de nuestros hijos ha estado asociado a un color. El rosa para las niñas y el azul para los niños. La ropa, los juguetes y la decoración de sus dormitorios estaba bañada de estos dos colores. ¿Cuál es el origen de esta tradición?
No fue hasta bien entrado el siglo XX cuando empezó a introducirse el color en la vestimenta de los niños en función de su sexo. Antes, se los vestía en colores más neutros, como el blanco y el negro, y con tejidos pesados, como el terciopelo.
Pero lo más sorprendente es que en origen, estos dos colores, estaban asociados a la inversa, es decir, el rosa para los niños y el azul para las niñas. Originalmente, el azul reflejaba la pureza y la delicadeza. En cambio, el rosa es un color que sale del rojo, un color relacionado con la valentía, la fuerza y la sangre.
Alrededor de los años 30, la marina comenzó a utilizar el azul marino para sus uniformes y es entonces cuando se introduce poco a poco en la vestimenta de los niños. Pero no es hasta los años 80 cuando la publicidad, principalmente, comienza a fomentar esta practica hasta generalizarla en prácticamente todos los rincones del planeta.
Su influencia es tal, que muchos se niegan a renunciar a esta costumbre tan arraigada pero reciente. Con el desarrollo del feminismo y sobre todo, el reconocimiento de las distintas identidades de género, ha surgido una corriente (cada vez más numerosa) que reniega de esta asignación de color en función del género.
El diseño de interiores no ha querido quedarse atrás y las nuevas tendencias en decoración de dormitorios infantiles y juveniles apuntar a la creación de espacios cada vez más neutros y no binarios, donde el color sigue teniendo presencia, pero desaparece esta dualidad tan marcada.
¿Quieres que el dormitorio de tu hijo refleje su personalidad y no su género? Te ayudamos a identificar las últimas propuestas en decoración de dormitorios infantiles que apuestan por esta tendencia: