En nuestro país cada vez son más las personas, familias y parejas que optan por arrendar una vivienda. La crisis sin duda ha impedido que los medios financieros de la mayoría de familias sean suficientes para tener acceso a una vivienda en propiedad, pero al mismo tiempo se ha producido un cambio de mentalidad, y ya no se considera que alquilar sea una pérdida de dinero, como se hacía antaño.
Uno de los factores que más ha condicionado esta forma de priorizar el alquiler ante la compra de viviendas ha sido sin duda la inestabilidad tanto laboral como personal de las generaciones más jóvenes y en edad de independizarse. Hoy día, la forma de concebir nuestro trabajo, nuestras relaciones y, por supuesto, nuestro hogar, es por ende mucho más pasajera.
Sin embargo, en la actualidad el tiempo medio que se tarda en alquilar una vivienda es de seis meses, pero este tiempo puede reducirse considerablemente con una buena gestión de dicha operación, aunque siempre sin precipitarse para evitar problemas. Y quizás te preguntes, ¿qué tiene que hacer exactamente un buen inquilino para serlo? ¿Y un propietario? Porque sabemos que, para disfrutar de unos interiores de escándalo, el primer paso es gozar de una buena vivienda, hemos recopilado para ti esta serie de premisas, para que las tengas en cuenta a la hora de alquilar un piso y que ambas partes puedan disfrutar de una convivencia justa y pacífica.
Para una convivencia entre propietarios e inquilinos
1. Es imprescindible redactar un contrato de alquiler claro y sencillo.
Éste servirá para que ambas partes establezcan cuáles son sus derechos y sus obligaciones. La mejor forma de hacerlo es siempre acudir a un profesional de confianza que les pueda asesorar sobre las cuestiones que deben regular, a la vez que protegen sus intereses, y se prevén posibles problemas futuros. Ese es el momento para poner todas las cartas sobre la mesa y verificar que tanto inquilinos como propietarios son compatibles los unos con los otros.
2. Es importante pagar el alquiler a tiempo y según la forma pactada.
El buen inquilino evitará de este modo una posible reclamación del propietario, lo que, en última instancia, podría acabar en un proceso judicial de desahucio. En contrapartida, el buen propietario debe garantizare, en la medida de lo posible, la cobertura de algún posible impago, ya sea mediante la constitución de garantías u avales de otro tipo, que le permitan cobrar la renta incluso en contra de la voluntad del inquilino si éste se negase a pagar.
3. Conviene cumplir con el tiempo pactado en el contrato.
En la actualidad, los inquilinos deben estar un mínimo de seis meses y preavisar al arrendador con una antelación mínima de 30 días, y si está pactado en el contrato, el propietario podrá reclamar la cantidad equivalente a una mensualidad de la renta por cada año que falte por cumplir si el inquilino se marcha de la vivienda antes de que finalice el contrato.
4. Es necesario respetar las normas y estatutos de la Comunidad de Propietarios.
El buen inquilino debe evitar también causar problemas al resto de vecinos. Por su parte, el buen propietario deberá proteger a su inquilino y hacer cuanto esté en sus manos para salvaguardar la integridad de éste, ya sea en reuniones de propietarios o en el mismo ejercicio de sus funciones como propietario.
5. Nunca olvidar que hay que cuidar bien la vivienda.
Quizás parezca una obviedad, pero hay que evitar a toda costa conductas que puedan causar daños en la vivienda. Es responsabilidad del inquilino comprobar, incluso antes de firmar el contrato, el buen funcionamiento de los elementos de la vivienda: persianas, radiadores, puertas, grifos… Por su parte, el propietario debe entregar el inmueble en perfectas condiciones.
6. Es aconsejable prevenir la posible realización de obras.
Tanto por parte de los inquilinos como de los propietarios, hay que tener en cuenta que cualquier tipo de obra, aunque se trate de colgar cuadros en la pared pueden estar en principio terminantemente prohibidas salvo consentimiento expreso del propietario. De la misma forma, si se ha pactado que el inquilino lleve a cabo ciertas mejoras del piso, esto debería conllevar una rebaja en la renta, ya que genera un beneficio directo para la vivienda del propietario en el futuro.
7. Hay que tener en cuenta cómo se abonarán los suministros.
En general, suele ser el propietario quien facilita que el inquilino ponga los suministros a su nombre de forma que, en el caso de haber un impago, las compañías suministradoras se vuelvan contra él o ella. Por este mismo motivo, es también responsabilidad del inquilino abonar los suministros dentro del plazo debido.
8. A la hora de abandonar la vivienda.
El inquilino, por supuesto, debe procurar dejarla siempre tal y como la encontró antes de entrar a vivir en ella, a fin de que el propietario no pueda reclamar la parte proporcional de la fianza si encuentra que el arrendador ha causando algún desperfecto en la casa. De no ser así, obviamente, el propietario debe devolver la fianza íntegra al inquilino, siempre mejor coincidiendo con la entrega de llaves.
9. Se aconseja tener en cuenta quién se responsabilizará de la reparación de los desperfectos.
En este apartado conviene especificar bien todos los posibles desperfectos, ya que hay algunos ocasionados por el mal uso, pero la mayoría vienen dados por el uso normal y el desgaste de los objetos de la casa. Los que se deriven de la antigüedad o del mal estado, en su mayoría, deberían ser repuestos por el propietario, ya que en un inicio el inquilino accedió a entrar en el piso en unas condiciones determinadas que se deben respetar.
10. Ante todo, intentar mantener una buena relación.
Sí, esa es sin duda la piedra clave del éxito para una convivencia de alquiler. De este modo, crearemos un ambiente que facilite el diálogo y en el que cada parte pueda hacer las reclamaciones pertinentes de la mejor manera posible, facilitando así la solución de cualquier imprevisto de forma mucho más rápida y eficiente.