Son un básico de las casas de pocos metros y, aunque el feng shui le ha prohibido la entrada en el dormitorio, nosotros hace tiempo que le hemos dejado entrar, sin permiso, en todas nuestras estancias, y hemos caído rendidos, en modo madrastra de Blancanieves, a sus encantos decorativos. La clave de su éxito, además de su diseño, radica en una buena ubicación y una correcta colocación, que le permita brillar sin deslumbrarnos. Puedes poner solo uno grande o mediano o jugar a combinar varios y aligerar la decoración. ¿Dudas? ¡Descubre lo que pueden hacer por ti!
Cuatro poderes mágicos
- Tan decorativos como prácticos, no tienen complejos de estilo. Por eso, se sienten igual de cómodos en una decoración de interiores nórdica como entre el lujo más clásico. Opta por un marco de madera tallada para un look tropical, apuesta por un espejo tintado y curvo para lograr un aire vintage, un marco de metal y envejecido para un ambiente industrial o un de latón para un toque art deco. ¡Tú eliges!
- Son aliados de la luz, de manera que, al colocar un espejo frente a una ventana, la habitación se hará más luminosa. Recuerda que cuanto más grande sea el espejo, ¡más poderoso será el efecto!
- Usados correctamente potencian la sensación de amplitud. Puedes poner un modelo XXL directamente en el suelo, crear una ‘pared galería’ mezclando formas y tamaños, aprovechar la altura del techo con un diseño vertical que nos haga mirar hacia arriba o lograr profundidad enfrentándolos.
- Pueden actuar como un trampantojo y crear escenarios sorprendentes. Así, colocado en una puerta dará la impresión de que la habitación está abierta, junto a varias plantas, creará una jungla interior, al final de un pasillo, lo hará parecer infinito…