La llegada del coronavirus ha cambiado muchos de los requisitos en la vivienda. Y la arquitectura industrializada, aquella realizada en fábrica o utilizando en su montaje elementos prefabricados, está ganando adeptos entre aquellos que persiguen una vivienda fuera de las ciudades con precios ajustados y un rápido plazo de entrega.
Durante el encierro por el coronavirus, algunas empresas del sector aseguraron que la demanda de viviendas industrializadas había crecido alrededor de un 50%, sobre todo por parte de quienes ya tenían tierras en su posesión. El interés ha seguido en aumento.
Sin duda, existen muchas razones para apostar por este tipo de sistema constructivo, aunque las ventajas que ofrece todavía no son tan beneficiosas en todos los casos como podrían llegar a ser dentro de algunos años.
En el despacho que dirijo, Jaime Salvá Arquitectura & Interiorismo, hemos recibido solicitudes para realizar este tipo de proyectos desde tiempo atrás. Uno de ellos se empezó a ejecutar en el año 2015, pero resultó ser un dolor de cabeza, porque la empresa estaba en China y los transportes y comunicación no eran los más adecuados.
Como en cualquier sistema constructivo, ya sea de construcción tradicional in situ o industrializado, no únicamente es importante valorar el tipo de sistema, sino la calidad de la empresa que lo ejecuta. Así como no cualquier constructora de sistema tradicional es buena, tampoco cualquier empresa de sistema industrializado trabaja bien.
Aunque el boom de la arquitectura industrializada es reciente, hace casi dos siglos que se utiliza. Incluso el arquitecto Antoni Gaudí ya en 1900 utilizó esta solución para el diseño del conocido Park Güell de Barcelona al idear sus bancos circulares tan característicos. En otras industrias, como por ejemplo la del automóvil, se utilizan sistemas industrializados desde tiempo atrás y no se entendería la fabricación de coches de otra manera.
Las ventajas de la arquitectura industrializada son numerosas. Y vale la pena matizar que no necesariamente significa elegir una vivienda por catálogo. Es totalmente independiente al diseño de la vivienda y se puede personalizar de igual manera que con cualquier otro sistema constructivo.
Además de favorecer a la sostenibilidad al generar menos residuos en la obra, y con ello ahorrar recursos y energía, los controles de calidad también son muy superiores a los que ofrece el sistema tradicional, ya que se sistematizan más los procesos, y no sale nada de la fábrica sin haber pasado una revisión y un control técnico exhaustivo.
Los plazos de ejecución son más controlados y se reducen, entre otros motivos, porque se tiene la oportunidad de iniciar los trabajos de ejecución en la fábrica antes incluso de tener todos los permisos necesarios para iniciar las obras.
También permite un mayor control de costes, ya que una vez se ha estudiado bien el proyecto, se reducen los imprevistos. Y el poder reducir los plazos de ejecución hace que los costes indirectos también sean menores.
A pesar de todas estas ventajas, en España no tenemos instaurada la cultura de utilizar este sistema constructivo industrializado, y es que no siempre es la solución tan práctica, barata y rápida que pensamos.
La arquitectura prefabricada es muy apropiada en determinadas tipologías, como pueden ser un hotel, una residencia o un instituto, en donde se repite un módulo varias veces, pudiendo sistematizar los procesos. También, presenta muchas ventajas en países de climas extremos al permitir trabajar en fábrica a cubierto durante fuertes nevadas o calores intensos, para posteriormente elegir épocas del año más ventajosas para montar en el solar lo previamente ejecutado.
En cambio, no es un sistema tan ventajoso cuando el uso que diseñamos es el de viviendas unifamiliares, donde el propietario busca la singularidad y quiere participar en el proceso de diseño y ejecución, haciendo que este sistema sea menos flexible, con menos capacidad de improvisación, y menos frecuente de sistematizar.
Las continuas correcciones por parte del cliente o del Ayuntamiento para adecuarlo a las legislaciones vigentes, hace de la construcción industrializada un impedimento a la hora de tener un diseño definitivo cuya construcción pueda iniciarse en fábrica sin marcha atrás.
En ocasiones las normativas estéticas son muy restrictivas, y difieren entre una zona u otra, haciendo muy difícil poder sistematizar y repetir geometrías, siendo cada caso único y con diferentes soluciones. Para una empresa de arquitectura industrializada, esto significa que su proyecto debe salir del estándar, y por lo tanto, puede suponer aumentar el tiempo de entrega y el coste, perdiendo sus ventajas competitivas.
El transporte de los módulos prefabricados es otro de los factores a tener en cuenta, sobre todo cuando se trabaja en una isla. Supone además una capacidad de maniobra lenta cuando un envío llega incompleto o con defectos.
También es importante tener en cuenta que vamos a necesitar una serie de trabajos que se deberán realizar en cualquiera de los casos una empresa de arquitectura tradicional. Por ejemplo, la excavación, la cimentación, los muros de cerramiento de la parcela, los sótanos o las piscinas. Estos trabajos no siempre entran dentro del presupuesto que ofrece la empresa de construcción industrializada.
Así como en otros países, el sistema industrializado es una realidad que funciona de manera muy efectiva, en España, esta cultura está llegando con mayor lentitud y todavía nos hacen falta más fábricas, mayor mentalidad y especialización, para convertirlo en una alternativa competitiva.
En los próximos años es probable que veamos avances en este sentido, y los arquitectos tendremos que ser responsables y encargarnos de que este sistema no suponga una disminución en la creatividad de los diseños, evitando la elección de detalles o materiales ya sistematizados que puedan suponer un ahorro del coste final.
La arquitectura tradicional podría incluso pasar a convertirse en un lujo, algo exclusivo para el cliente que esté dispuesto a pagar más y alargar más el plazo de ejecución para obtener un diseño más personalizado. Sería como realizar un traje a medida, permitiendo cambios hasta el último momento. El Prêt-à-porter vs el sastre tradicional.