Llegó ese momento del año en el que reunirnos y disfrutar en torno a una mesa. Una época mágica en la que nos reencontramos con aquellos que hace tiempo que no vemos, en la que celebrar y compartir. Por este motivo, en estos días, prestamos especial atención a la decoración de un espacio tan habitual como la mesa en la que comemos y cenamos. Un escenario que habitualmente sufre nuestro estrés diario y la inmediatez del día a día pero que, por un día, saca sus mejores galas para convertirnos en el anfitrión perfecto.
En la búsqueda de una mesa de Navidad que se adapte a nosotros y hable de nuestra personalidad, el arquitecto e interiorista Raúl Martins nos presenta tres propuestas diferentes para tres tipos de clientes con estilos que distan entre sí: una para los más cool, otra con un aire más formal y una propuesta que combina ambos estilos. ¿Te animas a descubrirlas?
Conceptual y Mínimal
Una mesa que destaca por usar el color como nexo de unión a través de tres colores básicos muy navideños: el blanco, el verde -que nos recuerda al abeto- y el tono de la madera natural. Como la mesa era tan imponente, merecía la pena no poner mantel para que se pudiera ver.
A la hora de preparar una mesa, siempre es interesante encontrar algún elemento sorprendente, en este caso los corales. Estos, además de seguir cromáticamente el pensamiento inicial en tono blanco, así como las velas, los alabastros de estas y, por último, la vajilla.
La búsqueda de la altura mediante el abeto es algo importante, al final, gracias a ese florero que es una especie de escultura urbana, casi como un edificio, nos hace como de base para colocar las ramas de abeto y hacer el guiño a la Navidad.
Una propuesta un poco más abstracta en la que el toque de glamour navideño lo ponen los pequeños aportes dorados.
Clásica Blue&White
De una mesa moderna, sin mantel, a este estilo más clásico en el que Raúl recupera el mantel hasta el suelo. En la línea de un estilo menos moderno, ha optado por no mezclar vajillas, toda ella es del mismo diseñador, ya que la idea es hacer un formato más de toda la vida.
Para romper con esta seriedad, se ha elegido una cristalería un poco más informal y que, cromáticamente, se adapta a una gama colorida que oscila entre el blanco, el azul y el rojo, recayendo sobre este último el valor navideño.
A nivel de volumen arquitectónico, tenemos el montaje central alto con esos toques de Navidad, con el eucalipto teñido en rojo, las bolas de acebo, que también se repiten en la mesa. Destacan, las tres piezas de porcelana que están sobre un sur de table en el centro, y que también hace ese guiño en blanco y azul; de manera que de nuevo esa unidad cromática nos permite que el estilismo tenga sentido.
Siguiendo el hilo de color, se ha acompañado la mesa de flores blancas y, de forma inesperada, el colorido rojo, la altura de la decoración y los blancos y azules de la porcelana del centro.
Glamour en oro
Por último, una propuesta perfecta para aquellos que no se decidan entre las dos anteriores. En lugar de mantel hasta el suelo, tenemos dos caminos de mesa cruzados, que lo hace un poquito más vestido que el individual.
En esta ocasión, el recurso del color es el blanco, el dorado y el verde del abeto, que le da el toque a Navidad. Elementos como las velas actúan aportando altura a la mesa para que no quede una decoración excesivamente planta.
Se ha elegido una vajilla con un punto asimétrico que aporta esa modernidad, combinando dorado y plateado, tonos que se repiten en la cubertería y cristalería aportando ese toque de brillo propio de este tipo de mesas.
El abeto, aporta esa nota orgánica a la vez que nos conecta con la magia de estas fechas. Una mesa que, siendo vestida y a su vez glamurosa, es una mesa fácil a nivel de montaje por la sencillez del centro. El abuso del dorado al estar tan bajito, es asumible y huye de un efecto muy barroco.