La casa les entusiasmaba, le tenían mucho cariño, aunque tenían muy claro que había que renovarla y darle un nuevo aspecto. Se trata de la rehabilitación de una vivienda que perteneció a la familia de uno de los propietarios, donde vivió parte de su infancia, por lo que tenía una connotación sentimental importante. De ahí que quisieran conservar muchos elementos, como la librería que alberga una importante colección de libros, pequeños tesoros de herencia familiar, o las lámparas antiguas y los cuadros.
A la hora de reformar y decorar se pusieron en manos de Adriana Somoza y Caridad Tercero, del estudio de arquitectura e interiorismo AS Interiorista.
La casa es muy espaciosa, para que sus hijos puedan disponer de espacio independiente, con mucha luz y una ubicación perfecta en el centro de Madrid, a poca distancia de los despachos profesionales de sus propietarios. Estos necesitaban una actualización total y “confiaron en nuestro estudio porque se sentían identificados con nuestros trabajos, por la afinidad de los gustos, y confiaban en nuestro equipo, debido a su profesionalidad en cada uno de los gremios, algo muy importante dado que en muchos casos tuvimos que restaurar o actualizar piezas de gran importancia para ellos”, asegura Adriana Somoza.
La rehabilitación duró unos cuatro meses y “el reto fue integrar las piezas de herencia de los propietarios, que tienen un gran calor sentimental, y dotarlas de un aire renovado acorde con el proyecto”, comenta Caridad Tercero, así como la renovación de los baños, “que solucionamos sin quitar el alicatado existente en paramentos verticales, aplicando una pintura porcelánica resistente al agua en zonas húmedas y papel pintado. Solo cambiamos el suelo, lo que disminuyó el tiempo de intervención y las molestias”, cuenta AS Interiorista.
Las interioristas se decantaron por un tono azul muy personal en las paredes, un color que finalmente definió la gama cromática de la vivienda, dotándola de frescura y modernidad. Y conservaron el suelo de madera de roble en espiga, que, a pesar de estar muy deteriorado, merecía la pena restaurarlo; lo mismo ocurrió con las librerías de madera: una maravilla de ebanistería que recuperaron. “Los propietarios se sienten muy a gusto y eso es un éxito para nosotras, porque hemos logrado ese ambiente armónico, fresco y con personalidad definida que buscaban; todo manteniendo la esencia de la casa”, afirman Adriana Somoza y Caridad Tercero.