La reforma de este apartamento va muy ligada a la historia del barrio en el que se sitúa: Tetuán. Se trata de una zona de índole trabajadora que durante los últimos años está sufriendo una profunda modernización. En él, conviven los nuevos rascacielos que conforman el Skyline de Madrid con bloques de viviendas de los años 70 - dónde se encuentra este pequeño apartamento-.
La vivienda había pertenecido a la familia de la propietaria. “Aquella casa que muchos años atrás había acogido a sus abuelos, donde su madre creció y donde los recuerdos de su infancia tenían color, volvía a soñar con ser de nuevo un hogar para una familia. Lo que no imaginaban era cuanto podía transformarse con un buen estudio de los espacios y un proyecto hecho a medida”, explican Marta Pilar y Fátima, arquitectas, interioristas y fundadoras de Estudio Caliza, encargado de la reforma.
De tan solo 49 metros cuadrados, este apartamento estaba compartimentado y mal distribuido, lo que no permitía el fluir de los espacios, la luz o la ventilación. El objetivo global era crear un espacio funcional, amplio y luminoso con una estética moderna y acogedora. Así pues, Estudio Caliza se puso manos a la obra para crear un nuevo hogar a la medida de sus propietarios.
¿Cómo lo hicieron? “Explotamos al máximo la carpintería y diseñamos mobiliario a medida para maximizar el espacio de almacenamiento y comunicar los espacios sin separarlos por completo”, explican las interioristas. El resultado es un piso pequeño, pero diáfano y amplio, rico en colores y con un guion estético que hace de hilo conductor en toda la casa.
Foto: Lupe Clemente
Desde el inicio trabajaron para lograr que laz conas comunes se percibieran como un único espacio, sin experimentar la fragmentación heredada de la geometría de la planta. Y es que, en el espacio central, integraron cocina y comedor, salón y estudio y todo en conjunto hace que los metros cuadrados parezcan multiplicarse.
Por otro lado, la espina dorsal del proyecto, de nuevo un elemento de carpinteria, un volumen contundente de equilibrada belleza donde la relación entre la parte superior (lacado en blanco y Sahara que aporta ese toque empolvado que nos recuerda a la naturaleza) y la parte inferior (nuestro potente zócalo de roble), forma parte del ADN de la casa. Su presencia es fundamental, ya que su función no es otra que separar la cocina del espacio más privado de la vivienda.
El blanco y la madera hablan de sencillez y calidad, pero a través de un pavés de vidrio y lamas de roble se insinúa un espacio con energía rompedora: la cocina azul cobalto (que, por cierto, es uno de los colores tendencia de este otoño invierno). Esta cocina de impecable maridaje estético se convierte en el elemento protagonista y seductor de todo el proyecto, la guinda de todo pastel.
La zona más privada de la vivienda, está concebida como una estancia aparte, en la que uno puede acceder para ir al baño o lavarse las manos sin necesidad de encontrarse con el dormitorio. "Es más, creamos un contundente volumen terracota, que integra en su interior la ducha y el inodoro pero que deja fuera la zona de lavabo", puntualizan Marta Pilar y Fátima.
Foto: Lupe Clemente
Por otro lado, la espina dorsal del proyecto, de nuevo un elemento de carpinteria, un volumen contundente de equilibrada belleza donde la relación entre la parte superior (lacado en blanco y Sahara que aporta ese toque empolvado que nos recuerda a la naturaleza) y la parte inferior (nuestro potente zócalo de roble), forma parte del ADN de la casa. Su presencia es fundamental, ya que su función no es otra que separar la cocina del espacio más privado de la vivienda.
En definitiva, podemos definir este proyecto como una pequeña joya, moderna, colorida y a la medida de sus propietarios. Como dicen las artífices del proyecto, "es una síntesis visual donde nada queda a la vista, todo se insinúa".