Respira diseño, personalidad y tiene una identidad increíble. Así es como debe ser la casa de cualquier creativo, más aún si ésta es la del joven y afamado Sergio Prieto, diseñador y mitad de Dovain Studio.
Él y su pareja –y socio– Thiago de Lima se enamoraron de este espacio. “Fue amor a primera vista. En ese momento, estábamos viviendo en un palacete que se encontraba a escasos metros de este edificio, y nos encandiló la vista. A pesar de ser un apartamento con apenas 77 metros cuadrados y solamente tres ventanas en la zona del salón comedor, conseguía ser un espacio muy luminoso y con una vista fantástica a la ciudad y el río Tajo”, asegura Sergio.
Ubicada en pleno corazón de Lisboa, entre Baixa y Castelo (uno de los barrios más nobles y castizos de Lisboa), en un edificio de cinco plantas construido en 1937, Sergio y Thiago lo sometieron a una rehabilitación integral, ya que desde los años setenta no había vuelto a vivir ninguna modificación estética o estructural. Y es que, tras la reforma que se desarrolló en los años setenta, los techos fueron reducidos y las puertas originales fueron sustituidas por otras mucho más pequeñas. Así que “uno de mis objetivos con este proyecto fue devolverle la vida anterior a esta casa, buscando la elegancia y las puertas altas propias del estilo Pombalino. Y el resultado final se aproximó bastante a nuestros sueños, que eran poder vivir en un pedacito de la historia de Lisboa, aportar mi estilo personal a la vivienda y conectarla a través de los colores con el resto de las vistas”, cuenta el diseñador.
Mi trabajo es el reflejo de mi personalidad y forma de ser. Durante el proceso de diseño, siempre busco plasmar mis deseos y fantasías en las piezas, buscando formas y combinaciones de color poco comunes
- Sergio Prieto, diseñador
Espejo de los años 20, en pan de oro, recuperado de un palacio en Lisboa y comprado en un anticuario. Silla Meco de Sergio Prieto. Al fondo, butaca Rohe, de Sergio. Foto: Daniel Schäfer
Por su parte, “la decoración fue pensada como un reflejo de mi trabajo y mi personalidad, siempre utilizando la ciudad, su historia y colores característicos como hilo conductor. Quería que fuese un reflejo de mi paso por Lisboa y mi experiencia personal, pero siempre acompañado de piezas de decoración de diferentes artistas, tanto españoles como portugueses. Poder realizar este proyecto con apenas veintiocho años fue algo ambicioso, pero aprendí mucho y pude disfrutar de cada momento del proceso”, comenta el diseñador.
Y añade, “como anécdota, este apartamento había pertenecido a una señora lisboeta, soltera y empresaria. Era dueña de varias peluquerías de renombre en la ciudad durante los años 60 y 70, lo cual nos llamó la atención por su espíritu de emprendedora y guerrera, ya que no debía ser una época fácil. Por eso, cuando elegíamos materiales y acabados, siempre bromeaba diciendo ‘espero que le guste’, como si estuviésemos decorando la casa para ella y no para nosotros”. Estamos seguros de que le encantaría, como a nosotros.