Enamorados de la zona y dispuestos a convertir esta vivienda en un hogar en el que criar a sus hijos, sus propietarios no dudaron en comprarla en cuanto la vieron, a pesar de la enorme reforma que requería.
“Era una casa unifamiliar de los años setenta ubicada en las afueras de Madrid; muy oscura y compartimentada, y apenas se relacionaba el interior con el exterior. Por ello se llevó a cabo una rehabilitación integral, donde se cambió totalmente la distribución, se abrieron nuevos huecos en la fachada para introducir más luz y conectar el paisaje con el interior, y se proyectaron menos espacios pero más amplios, todos conectados unos con otros para dar una mayor sensación de amplitud, pero con la posibilidad de independizarse mediante grandes puertas correderas”, aseguran Adriana Arranz-Sobrini y Cristina Chaves Galán, responsables de este proyecto de reforma e interiorismo.
A la hora de rehabilitarla, la mayor dificultad fue el refuerzo estructural que hubo que hacer con nuevas vigas y pilares para conseguir esa amplitud de espacios eliminando muros de carga; algo que permitiría conectar los ambientes. “En el salón, por ejemplo, hay una viga donde antes había un muro de carga que se ha replicado haciendo así un juego de techos, que, por la noche, se ilumina mediante una fosa de led”, apunta Adriana.
Foto: Fhe.es Realización: Paloma Pacheco Turnes
Tampoco fue fácil hacer la obra en plena pandemia: “Fue todo un reto puesto que eran momentos de muchísima incertidumbre y muchos suministros no llegaron, por lo que tuvimos que improvisar mucho. Gracias al gran equipo de la empresa constructora Gómez Real, la obra fue un éxito y conseguimos terminarla a tiempo”, comenta Cristina.
Ambas consiguieron una transformación que se hace patente a simple vista, logrando un hogar de arquitectura atemporal, cómoda y funcional, un continente y contenido que busca la confortabilidad para toda la familia. Para ello apostaron por diseñar ambientes amplios y flexibles –apenas hay pasillos, son espacios grandes y conectados (se pueden independizar) para poder disfrutar juntos–, abrieron la casa al jardín –casi todas las estancias están conectadas con éste a través de nuevos y grandes ventanales.
Es una vivienda donde el color blanco y la luz predominan y el verde del exterior se convierte en el telón de fondo– y realizaron un proyecto lumínico meditado y ajustado a las necesidades de los propietarios –“se ha pensado muy bien cómo iluminar cada ambiente mediante un juego de luces más indirectas, como es led en el salón, o apliques en paredes, lámparas de techo u otra más baja con lámparas de sobremesa, de pie..., y, en espacios de circulación, balizas integradas en la tabiquería que marcan el recorrido”, aseguran Adriana y Cristina–.
Le damos mucha importancia al proyecto de iluminación, porque defendemos que las casas tienen que ser igual o incluso más bonitas de noche que de día
- Adriana Arranz-Sobrini y Cristina Chaves Galán, de Galán Sobrini Arquitectos
La casa cuenta con dos plantas. En la baja hay una zona de bienvenida a doble altura con la escalera, a continuación, el salón abierto al comedor y este unido a la cocina mediante unas puertas correderas. Y todo ello con grandes ventanales que dan salida al jardín desde todas las estancias. Ligado a la cocina se encuentran el dormitorio de servicio y la lavandería con salida al exterior. También conectado con la cocina y el vestíbulo está la salita. Y a través del vestíbulo se accede al aseo de invitados y un despacho. Con todo este nexo de habitaciones se consigue un espacio a la medida de las necesidades de cada momento familiar y personal.