Espacios fluidos y naturalidad en este bajo totalmente reformado

La vivienda, ubicada en el madrileño barrio de Chueca, ha pasado de ser un bajo sombrío a convertirse en un interior marcado por las texturas y la luz.

En su interiorismo se ha tenido muy en cuenta el carácter histórico de la vivienda, mientras se combatía la sensación de constreñimiento que habitualmente transmiten los pisos interiores. El resultado es una geometría simple y atemporal que vertebra las estancias.

Fotos: Araceli Rodríguez
Fotos: Araceli Rodríguez

Como ocurre con muchos otros trabajos, nos encontramos con un proyecto que trabaja la idea de que la estética ha de ser un resultado, no tanto una obligación impuesta. De hecho, en este proyecto de reforma e interiorismo, la estética resalta como una respuesta completa a los problemas que se plantean a la hora de resolver una vivienda. ¡El resultado es casi mejor de lo esperado!

Para situarnos, se trata de un bajo en el centro de Madrid (Barrio de Chueca) con la mayor parte de su distribución en torno a un patio interior. Esto planteó dos puntos de partida para la generación de la estética buscada, según explican desde el equipo de Corzón Arquitectos, encargados del diseño y ejecución del proyecto. Por un lado, tener en cuenta el carácter histórico de la edificación de la zona y, por otro, combatir la sensación de constreñimiento (falta de espacio abierto y bien iluminado) que habitualmente nos transmiten los pisos interiores. ¿La solución adoptada? Trabajar la textura y la luz enlazadas bajo el valor de la geometría siempre presente en la arquitectura más atemporal.

Espacio construido con texturas y luz

Para su interiorismo se han trabajado texturas naturales en roble. Tanto en el suelo como en paredes y piezas de mobiliario, observamos esa idea de aportar calidez al espacio y un sentimiento de entorno natural que rompe mucho la idea de interior sombrío. A todo ello contribuye la iluminación, que refuerza la idea de que la luz cae filtrada por los foseados de la propia arquitectura como si se tratase de luz natural que refresca el sentimiento de atmósfera siempre en contacto con el exterior.

Dentro de las texturas del proyecto que comentamos y dando respuesta a la conservación del carácter histórico de la zona; los interioristas plantearon una convivencia entre las texturas naturales del roble con las texturas clásicas que aportan las geometrías de las molduras de las paredes.

El dibujo de la geometría de ambas texturas (natural y clásica) es fundamental para establecer su relación en armonía, ya que ambas están talladas con geometrías puras muy lineales (listones de roble y molduras blancas) estableciendo un diálogo de formas rectas longitudinales en común que las permite enlazar pese a su diferencia de acabado (un lado roble otro lado pintura blanca).

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