Los propietarios buscaban una segunda residencia en la sierra madrileña para escaparse los fines de semana, por lo que ésta debía tener todo tipo de comodidades. Cuando la vieron, se enamoraron de su arquitectura, la madera, las piedras…, aunque tuvieron muy claro que habría que eliminar el marcado carácter rústico de los espacios existentes, porque a ellos le gustaba un estilo más actual, a pesar de querer respetar gran parte de su aspecto”, comenta Ana Robles, la interiorista autora de este proyecto y fundadora de Alterespacio.
Y añade: “Querían ambientes que, además de estéticos, fueran funcionales y fáciles de mantener. Son unos enamorados del estilo del arquitecto Manuel Monroy (autor de la casa) y confiaron en nosotros porque sabían de nuestra sensibilidad y respeto a la arquitectura, así como la capacidad para integrar paisajismo e interiores en un proyecto singular”. En Alterespacio se trabaja siempre con el respeto del diseño arquitectónico y en este proyecto no iba a ser menos.
Las curvas son tendencia y en este proyecto conforman a la escalera entre plantas. A este elemento se le ha dado un look muy mediterráneo con su acabado curvo en blanco
Foto: Fhe.es Realización: Paloma Pacheco Turnes
A pesar de ello, apostaron por unos interiores con personalidad propia, con un acento vanguardista y de tendencia, que hiciera de contrapunto a la arquitectura casi vernácula, en madera y piedra. “Y lo hicimos sin estridencias y sin competir ni querer eclipsar a la arquitectura. En el paisajismo y todo el diseño de los exteriores trabajamos con las mismas directrices. Creo se ha creado una casa única a medida del cliente y sus gustos, pero estando muy presente el diálogo entre arquitectura, exteriores y diseño de interiores”, asegura Ana Robles.
Hemos respetado los materiales primitivos sobre los que se fundamentaba el proyecto arquitectónico: piedra, madera, metal y elementos naturales puros, que se trabajan de forma artesana
- Ana Robles, interiorista y fundadora de Alterespacio
A la hora de decorar la vivienda, la línea a seguir fue la misma: dada la potencia y singularidad de su arquitectura y su acento rústico, hubo que ajustar la estética y darle una nota contemporánea. “La mayor dificultad fue acercarlos a ambos, de forma que se respetara la esencia del diseño arquitectónico pero se respiraran unos interiores contemporáneos –haciéndolo con suavidad y sin restar protagonismo a la envolvente–. El paisajismo tuvo el mismo reto al tener más presente, si cabe, el enclave de montaña y toda la arquitectura exterior en pizarra”, cuenta la interiorista.
El resultado final es puro equilibrio entre arquitectura e interiorismo, estilo rústico y valores vanguardistas. Un balance que hace de esta vivienda un hogar sensacional en el que disfrutar de la vida al aire libre.