Rescatada de un estado de ruina, la pareja de diseñadores Matteo Ferrari y Carlota Gallo ha reescrito la historia de esta construcción, conviertiéndola en una casa rural en pleno centro de Madrid. El resultado ha sido Casa Olivar, un espacio "no urbano” muy elegante que actúa como un refugio sensorial donde reencontrarse con uno mismo y deshacerse del ajetreo del mundo exterior. Caracterizada por la continuidad espacial y un minimalismo cálido, la intervención pretende elevar la luz natural y dar cabida al uso de materiales artesanales de proximidad.
Localizado en una típica corrala madrileña, este apartamento está dispuesto sobre dos niveles, delimitados por una fachada y un patio interior con carácter histórico. La intervención pretende generar una conexión lumínica y visual para conseguir la mayor sensación de amplitud espacial y conectar con el mundo exterior. Así, las fuentes de luz naturales son visibles desde todos los puntos de la casa, generando un ambiente caracterizado por matices de luces y sombras suaves.