Enclavado en el Ensanche de Bilbao, este piso (unas antiguas oficinas) fue concebido para una familia amplia que buscaba un hogar en el centro de la ciudad con muchos y grandes espacios. El único inconveniente era la poca luz natural de la que disfrutaba , algo que pronto solucionarían.
Para ello, el interiorista José Manuel Arroyo y su equipo apostaron por una decoración liviana, combinando la luz natural con la artificial; se decantaron por materiales nobles y claros, una pintura suave y, en ocasiones, respetando elementos como el hormigón (en los pilares, en muros y techos recuperados). Con ello se consigue una sensación de estética sencilla, con ciertos toques industriales, pero cálida y acogedora.
A esa simplicidad se unen notas que aportan ‘calor’ y exotismo a las estancias, tales como las cortinas venecianas del salón comedor; o la madera en tono nogal y gris grafito de la cocina (que no solo genera calidez, sino que la fusiona con la zona noble de la vivienda), entre otros. Y, para las puertas, se juega con la herrería, utilizando laca negra para lograr un look más juvenil.
Nuestra mayor dificultad residía en que el espacio ‘no decía nada’; eran unas antiguas oficinas y la finca era muy sobria. Con el proyecto lumínico, los materiales y los colores, recuperamos su alma señorial
- José Manuel Arroyo, interiorista
Foto: David Montero Realización: Cristina Rodríguez Goitia
Es el propio José Manuel Arroyo quien nos cuenta cómo es la distribución y el ‘paseo visual’ por la casa: “desde el primer momento jugamos con el propio espacio, combinando luces. Dividimos la vivienda en un hall de entrada , una estancia que aglutinara el salón comedor y la cocina abierta, tres baños, un dormitorio principal y otros tres infantiles, distribuidor y zona de ocio.
En el salón comedor se encuentran dos estancias separadas por una estructura metálica y celosías de vidrio, que corresponden al tendedero y un aseo de invitados. De ahí se accede a la zona privada de la casa, donde está el área de descanso”.
Para mejorar la confortabilidad, el interiorista eligió un suelo de calefacción radiante, que permite la instalación de un pavimento cerámico que reproduce la estética del mármol. Una decisión que proporciona una mayor sensación de amplitud, limpieza y ligereza, sin perder la esencia noble que ya poseía la vivienda.