Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que Norberto Ortega llegó a contar, en su taller de Granada, con medio centenar de personas a su mando trabajando en la artesanía del metal, la chapa estañada y el latón. Bajo el paraguas de la marca que él mismo fundó en 1980, SEI3, sus creaciones cruzaron de norte a sur, y de este a oeste, las principales ciudades de la península.
Aunque tal como nos confiesa, ahora la situación es muy diferente porque “abundan las copias de mala calidad, se ha perdido la figura del aprendiz de oficio y, además, con anterioridad se valoraba mucho más la artesanía”. Después de que varios colegas de profesión se jubilaran, todo hacía pensar que él seguiría sus mismos pasos. Sin embargo, nada ni nadie parece que va a detener a nuestro protagonista. Más bien al contrario. “Tengo casi 70 años, pero no se me quitan las ganas de luchar”, afirma con una sonrisa de oreja a oreja.
Por sorprendente que parezca, de su enorme estudio nacen más de mil modelos diferentes de luminarias: desde lámparas y apliques de forja que respetan la tradición andalusí, pasando por esos archiconocidos faroles granadinos –de origen visigodo, no musulmán como se tiende a pensar– que aúnan el latón dorado, el cobre y la hojalata como soporte de vidrios transparentes o policromados.
Todos ellos están hechos a mano, tanto por él mismo como por una nueva generación de artesanos que comparten su misma visión. Y, al no haber dos iguales, cada uno destila una personalidad sumamente única e inimitable. Eso sí, hay cosas que jamás cambian: la pasión y el respeto por el trabajo bien hecho continúan siendo su único dogma.